13 abril 2011
En defensa de Sostres
 

 

No suelo estar de acuerdo con Salvador Sostres, y hasta recuerdo haberme puesto violento (sí, violencia se emplea en sentido literal y también metafórico) un día que le oí que a las anoréxicas lo que les pasa es que son unas materialistas a quienes les falta Dios. Muchos verán en ese diagnóstico la misma misoginia que recriminan a su polémico artículo del jueves, y acaso tengan razón. Pero hay una diferencia importante: esta vez el autor se hunde en las entrañas viscerales de la auténtica condición humana.

Sostres decía que el joven rumano que mató a su novia embarazada de otro no es ningún monstruo, sino “un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos”. Nada más. Subrayaba hasta resultar redundante que la infidelidad de la novia en ningún caso justifica ni atenúa el crimen, y es obvio que tampoco la culpaba del... ¿puedo escribir golpe, impacto, trauma, o también estaré equiparando violencia física y psíquica?... que experimentó el asesino.

Santiago González le achacaba el viernes una “hinchazón de la causa” que “rebaja el crimen”, pero resaltar las razones que ignora la opinión dominante es precisamente la mayor obligación del columnista. En cualquier caso, yo diría que ocurre al revés: quienes hinchan la causa son, en realidad, los que necesitan convertir al agente en un monstruo para hacerlo proporcional a su acto. No hay tal proporción. Los hechos más terribles los puede cometer un cualquiera, metamorfoseado por un súbito impulso hormonal, por un cruce de cables químico de ésos que rebajan las ínfulas a la solemne quimera que llamamos libertad.

La izquierda que ahora denigra a Sostres es igualmente proclive a engrandecer las causas, sólo que por su formación estructuralista suele preferir señalar los condicionantes socioculturales. No me cabe duda de que existen, y de hecho suscribiría con Lola Leonardo que los esquemas que nos inculca la familia tradicional subyacen a buena parte de las actitudes machistas, autoritarias pero también condescendientes, que exhiben muchos varones. Sin embargo, esto es otra cosa. El chico rumano, como otros muchos asesinos de mujeres, implosionó antes de tener tiempo de pensar si era superior a su novia o si ésta le pertenecía. Ni él ni sus motivos están a la altura de la gravedad del crimen, y a nosotros nos solivianta el absurdo. Pero en eso consiste, justamente, la cruda, aterradora y humillante banalidad del mal.

 

 

 

Referencias y contextualización

El jueves 7, el columnista de El Mundo Salvador Sostres publicó un artículo titulado "Un chico normal" en el que comentaba el caso de un joven rumano de 21 años que había asesinado a su novia embarazada al comunicarle ésta que el bebé era de otro hombre y que pensaba romper con él. Sostres negaba que fuera un monstruo y llegaba a reconocerse en su dolor al recibir la noticia.

El texto provocó un sinfín de críticas en internet por lo que alegaban era la justificación de un crimen, y la dirección del periódico se mostró de acuerdo con ellas, lo retiró de la web y pidió perdón por los fallos en el control. El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, concretó en Twitter que lo inaceptable del artículo era emplear la palabra "violencia" para referirse tanto a la ejercida por el asesino como a la sufrida por él al oír la revelación de su novia. Otro columnista del periódico, Santiago González, criticó a Sostres en términos parecidos. Un centenar de trabajadores del diario firmaron una carta pidiendo el despido de Sostres y otro tanto ocurrió con los de Telemadrid, cadena donde el autor colabora a veces como tertuliano. La Fiscalía anunció que estudiaría el artículo para ver si era constitutivo de delito. El lunes, Lola Leonardo, columnista de El Mundo de Castilla y León, abundó en estas críticas y vinculó algunos comportamientos machistas a la cultura del matrimonio.

La "banalidad del mal" es un célebre término acuñado por la filósofa Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén para denotar la paradoja de que los jerarcas nazis que habían exterminado a millones de judíos eran a la vez gente normal, buenos padres de familia y de trato vulgar y nada impresionante. Un artículo que sostiene una tesis parecida a la de Sostres con respecto a un suceso ocurrido en 2000 en Castilla y León es "Todos somos Taxi Driver". Otro que trata de argumentar la imposibilidad biológica de la libertad individual es "Sobre el determinismo". Y uno que niega la tesis dominante de que los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas los provoca el machismo es "La violencia machista no es machista", publicado en versión ampliada en Periodista Digital.

 

 

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