19 diciembre 2007 |
Tiecojó con flapigozo |
Tiecojó. Toda la vida dándome la brasa con que los lectores lo que quieren es que les hable con palabras llanas de sus cosas normales de cada día, y no que me ponga estupendo con falacias, convenciones y paradigmas, y vas tú, y a la que me descuido te marcas un artículo titulado Flapigozo nosequé, y encima te lo premian con el Delibes. Lo cual que a Valle-Inclán pongo por testigo de que pienso seguir sin hacerte ni puto caso. No sé a cuántos gintonics habrás tenido que convidar en el Terminal a los miembros del jurado para que te encumbren al parnaso de los escribidores, pero, en cuanto vuelva a casa por Navidad, me pienso pasar por donde recibes para que hagas otro tanto conmigo, que no soy juez pero sí parte afectada y aun diría consumida por la envidia, y con la remuneración de alto standing que has recibido por el galardón seguro que tienes de sobra para cubrir tus elevados gastos nocturnos y también los míos. Eso sí, esta vez no seré tan zangolotino de llevar a mi novia, que luego me la intentas palpar el nonete, y mira, Hoyas, vale que diga que si te hubieras quedado en Madrid ya serías un clásico, pero ni tú tienes los huevos de Umbral ni yo la tolerancia abnegada de María España con los maestros. No diré, así, en sentido recíproco, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero-del-alma-compañero, porque es bien sabido que en la conversación, aunque no en otras lides que más quisieras, en cuanto encestas la primera palabra te conviertes en el rey de la pista y el mete-saca. Pero ahora que, con el premio, todos tus pajes glosan la riqueza irónica de tu léxico y tu barroquismo confeso, me tienes que aclarar si cuando me llamas paralítico de los cojones lo haces en sentido literal o figurado, y si cuando me tildas de trastornado te inscribes en la vertiente conceptista o sólo en la culterana. Por una vez, la columna me ha salido como a ti, de un tirón, pero te la mandaré, como siempre, a última hora, bailando en el alambre de la inminencia del cierre y los duendes informáticos. De esa manera te la encontrarás como hecho consumado cuando llegues al periódico, supongo que al poco rato de levantarte de la cama, y, si concluyo festejando que no hayas podido estuprar a tu compañera de pupitre y en su defecto lo hagas con el idioma en ese florido y sonoro coito sabatino con el que flapigozamos todos, no te dará tiempo a censurar el párrafo ni a exigirme otro artículo.
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Referencias y contextualización El miércoles 12, Tomás Hoyas, columnista y jefe de la sección de Opinión de El Mundo de Castilla y León, recibió el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, dotado con 7.000 euros, por un artículo titulado "Flapigozo congresito" y publicado el 31 de marzo en este periódico. "Flapigozo" es una de las palabras que inventaron unos escolares colombianos en un congreso infantil de la lengua española que se celebró en Medellín; signifiicaba "expresión de felicidad" o "explosión de gozo". "Tiecojó", "lo cual que", "escribidores" como escritores de periódico, "zangolotino" ('niño') y "nonete" ('sexo femenino') son palabras y expresiones características de las columnas de Hoyas, que siempre cierra una puntualización o reprimenda ficticia de Ramón María del Valle-Inclán al propio autor, en la que le espeta: "Mire Hoyas...". El Terminal es un bar de Valladolid que frecuenta el columnista premiado, hasta el punto de que el escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo suele referirse a él como "donde recibe Hoyas". Francisco Umbral, otro de los referentes literarios de Tomás Hoyas, nació en Valladolid pero se estableció en Madrid con la decidida intención de consagrarse como escritor; su mujer, María España, le perdonó sus presuntos escarceos e infidelidades justificándole porque Umbral era un artista y los artistas necesitan esas fuentes de inspiración. El "rey de la pista" y el "mete-saca" son dos modalidades de pachanga baloncestística; en el primero compiten tres o más equipos siguiendo la mecánica de que el que gana sigue jugando mientras derrote a sus rivales, y en el segundo, entre sólo dos rivales, el que encesta vuelve a disfrutar de la posesión del balón. La literatura barroca española comprendía, según los teóricos, dos vertientes contrapuestas: el conceptualismo, del que se dice que daba más importancia al contenido (sus principales representantes serían Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián), y el culteranismo, que gustaba de los artificios verbales sin referente real (su máxima personificación sería Luis de Góngora). "...que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero" son los versos finales del "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías", de Miguel Hernández . La "compañera de pupitre" de Tomás Hoyas es la jefa de Cultura de El Mundo de Castilla y León, Lola Leonardo, según apelativo cómplice aceptado y empleado por ambos. "Estupro criadas" es una afirmación de Dorio de Gádex, uno de los personajes de Luces de bohemia, obra cumbre de Valle-Inclán. |
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