12 diciembre 2007
La revolución virtual del capitalismo
 

Cuando los potenciales usuarios del AVE Madrid-Segovia-Valladolid ya habíamos perdido la esperanza de contar con un medio de transporte que, además de más rápido que el coche, resultara más barato que la suma de la gasolina y el peaje, llegó internet a sacarnos del apuro. Renfe ha optado por subirse al tren que pilotan con pericia las compañías aéreas y ha bajado el billete de 31 euros a 12 si se reserva con antelación en la red.

Quienes consideramos internet el mejor invento de la Historia (y, hay que joderse, al igual que la radio o el GPS, se lo debemos a la investigación militar) solemos aducir en favor de su candidatura la disponibilidad inmediata y a domicilio de una cantidad de información a la que de otro modo sólo podríamos acceder si poseyéramos el don de la ubicuidad o el del teletransporte. Pero el frondoso ramaje de datos no debe ocultarnos la visión global de la transformación que internet está operando en la selva del capitalismo.

Los descuentos en los billetes no son más que un subtipo de la supresión de la figura del intermediario distribuidor en las relaciones comerciales, con la consiguiente reducción de costes y por tanto del precio final. La tendencia se está extendiendo cada vez a más sectores, y ya hay agricultores que venden directamente a sus clientes a través de internet. En no demasiado tiempo, cuando los músicos se quiten de encima el desconcierto en que les ha sumido la piratería, verán que la solución es colgar las canciones en su web y permitir la descarga a cambio de una cantidad, o bien hacerlo de manera gratuita y nutrirse de los patrocinadores que vean rentable anunciarse en ella. Al fin y al cabo, en su negocio lo único que sobra, los verdaderos piratas, son las discográficas.

Naturalmente, va a haber empresarios (y trabajadores) a quienes la revolución virtual del capitalismo obligará a reconvertirse o perecer. Pero con la revolución industrial también quedaron arrinconados los artesanos y nadie movió un dedo por defenderlos. Es lo que tiene la ley de la oferta y la demanda: te forras durante años gracias al nicho único que ocupas en el mercado y, de repente, a los consumidores les surge una opción más rentable y se pasan en masa a ella. Quizás un día la protección de los profesionales entre en el siempre caprichoso elenco de objetivos que se considera que merecen el coste de subvencionarlos. Pero de momento el mecanismo despiadado del capitalismo sólo ha consentido, a regañadientes, que en España escapen a su lógica implacable la educación, la sanidad, las pensiones y ahora la dependencia.

 

 

Referencias y contextualización

El billete del tren de alta velocidad Madrid-Segovia-Valladolid, que se iba a poner en funcionamiento a finales de diciembre, costaría 31 euros si se adquiría en taquilla y sólo 12 si reservaba con un mes de antelación a través de internet. Sobre el tema específico de la piratería en la música, puede leerse también el artículo "Duelo en el mar".

 

Artículo siguiente

Artículo anterior

Página principal