28 octubre 2009
A Halloween lo que fue de Halloween
 

 

La Conferencia Episcopal está, sin duda, en su derecho de ejercer el poder que la Historia le ha otorgado para tratar de impedir que los niños españoles se habitúen a celebrar Halloween, y en un futuro se lo enseñen a sus hijos y éstos a los suyos, relegando inevitablemente la fiesta de Todos los Santos a una oscura y sospechosa costumbre del pasado. Al fin y al cabo, una religión no necesita tanto que la sociedad asimile y viva su mensaje como que sus ritos, tan exóticos y arbitrarios como los de cualquier otra, arraiguen en los usos sociales hasta llegar a parecer que son lo normal y cotidiano. Todos los teólogos juntos han hecho menos por el catolicismo que la tradición de bautizos y comuniones, la misa dominical, la visita del cura, los regalos a las monjas, las procesiones de Semana Santa y los belenes en Navidad.

Sin embargo, es muy probable que, en el siglo VIII, los paganos se sintieran igual de usurpados que nuestros obispos por el alevoso traslado de los Santos del 13 de mayo al 1 de noviembre, concebido con el claro propósito de absorber y neutralizar el festejo popular de raíces célticas que seguía celebrándose. De hecho, le neutralizó hasta el nombre, porque "Halloween", diga lo que diga la Conferencia Episcopal, tiene tan poco de “anticristiano” que deriva directamente de "All Hallow's Eve" (en inglés, 'víspera de Todos los Santos').

En cuanto a su supuesto culto a la muerte, que yo, si tuviera por tótem a un cadáver ensangrentado, me cuidaría mucho de criticar, lo cierto es que el rito originario de los celtas consistía en encender hogueras alrededor del pueblo para ahuyentar la temida visita de los antepasados, y en ponerse máscaras y disfraces para que, si los ancestros superaban la disuasión de las llamas, no pudieran reconocer a sus descendientes. Es decir, tenía bastante más de necrofobia que de necrofagia, cosa de la quizá no pueda presumir el cristianismo.

Respecto a la acusación de ocultismo, puede que las calabazas agujereadas tengan un resabio esotérico, pero evocan al mítico borracho Jack 'o' Lantern, que invitó a beber al diablo en su casa y lo pagó con el muy cristiano castigo de acabar en el infierno. Ahora nuestra época frívola y gore acentúa, actualizándolo y pervirtiéndolo, el oscurantismo de Halloween; pero es que todas las mitologías, hasta la consumista, facilitan su arraigo en la sociedad superponiendo sus ritos a los ya establecidos, disfrazando de continuidad lo que a largo plazo se convierte en reemplazo. Usurpación por usurpación, al fin y al cabo, el Halloween del siglo XXI sólo está recuperando, un poco a su manera, lo que una vez ya fue del Halloween del VIII.


 
 

 

Referencias y contextualización

Acerca de la advertencia de la Conferencia Episcopal contra Halloween, emitida el lunes 26 y a la que responde este artículo, se puede leer esta referencia. "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" es la célebre frase que los Evangelios atribuyen a Jesús de Nazaret, que se ha interpretado como una separación entre los deberes religiosos y los deberes ciudadanos o paganos.

 

 

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