19 agosto 2009 |
Categorías raciales |
Desde que Jesse Owens colgó su medalla de oro del bigotillo de Adolf Hitler, los 100 metros lisos constituyen un doloroso espectáculo para los supremacistas blancos. Y, por lo visto y no visto en los 9,58 segundos del domingo, queda Black Power para rato. En los pesos pesados, el boxeador negro por el que antes había que apostar siempre últimamente no logra conectar un gancho a los abominables hombres de las nieves rusas. Pero en la velocidad, me temo, nunca habrá gran esperanza blanca. No es ya sólo que en 73 años no se haya avanzado un ápice en la integración racial y la lucha contra la discriminación. Es que, al parecer, está demostrado que los negros poseen una fibra muscular de mayor potencia y que el 70% de los jamaicanos, los muy endogámicos, tienen un gen que agiliza sus movimientos. O Marta Domínguez se cambia de sexo y de distancia, o la melodía de la prueba reina del atletismo seguirá interpretándose con un teclado compuesto exclusivamente de bemoles y sostenidos. A la naturaleza, que será sabia pero que de justa no tiene un pelo, no podemos pedirla que se movilice por la igualdad de oportunidades y contra la competencia desleal. Pero la superioridad biológica de los velocistas negros exige un replanteamiento del mundo del deporte. Y tengo al respecto una idea genial que, como suele suceder en estos casos, no se me ha ocurrido a mí. Lo dijo mi novia, en la iniciativa más audaz y descabellada que ha tenido desde que tuvo a bien casarse conmigo: los negros y los blancos tendrían que correr en dos categorías distintas. Igual que la mayor fortaleza de los hombres aconsejó separar la competición masculina de la femenina, pruebas como los 100m deberían distinguir dos torneos independientes: una carrera de raudos negrazos fibrosos y otra para blancuchos toscos y esmirriados, que se contemplaría con la misma suficiencia condescendiente con que los hombres vemos los deportes de equipo en categoría femenina. Lástima que la idea llegue tarde para estrenarla precisamente en el estadio donde Jesse Owens sacó los colores a los rostros pálidos de la raza aria. |
Referencias y contextualización El domingo 16, el jamaicano Usain Bolt se proclamó campeón de los 100 metros lisos en los Mundiales de Atletismo de Berlín con un tiempo récord de 9,58 segundos. El norteamericano Tyson Gay, que fue segundo, realizó la tercera mejor marca de la historia. Cinco de los ocho finalistas bajaron de los 10 segundos; los ocho eran de raza negra. En 1936, en el mismo estadio, Jesse Owens se proclamó campeón olímpico ante la atenta mirada de los jerarcas nazis. En los mismos mundiales, la palentina Marta Domínguez se proclamó campeona de los 3.000 metros obstáculos. En la categoría reina del boxeo, los campeones del mundo de este momento eran el ruso Nikolai Valuev y los ucranianos Vitali y Vladimir Klitschko.
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