29 abril 2009 |
Alguien no ha pagado a alguien |
A veces son las anomalías más bizarras las que definen con mayor precisión la naturaleza del cuerpo del que forman parte, y algo de eso ocurre con nuestra sociedad y los célebres cobradores del frac. El hecho de que, a economía revuelta, la demanda de estos entrañables profesionales se haya incrementado un 60% en Valladolid es señal inequívoca de que la fórmula, por cándida, obsoleta e inverosímil que parezca, sigue obteniendo buenos resultados. No hablo de los aburridos trámites previos en que estas empresas se limitan a reclamar el pago por teléfono. Ni tampoco de casos extremos como el de aquel cobrador que en octubre fue multado por el Tribunal de Instrucción número 4 de la capital vallisoletana por hacer su trabajo (más bien traicionarlo) acercando el teléfono al oído de la morosa en cuestión para que el acreedor le espetara: “¡Págame mi dinero, eres una golfa, te voy a enviar a unos colombianos para que te arreglen el cuerpo!”, advirtiéndole a continuación que se atuviera a las consecuencias si no obedecía. Muestras de mal gusto las vemos continuamente en la vida; ya ven, a lo mejor hasta este Real Madrid le gana la Liga a este Barcelona. Me refiero sólo a la actividad característica de los cobradores del frac, la que los ha hecho famosos: dejarse ver junto al deudor para que éste prefiera pagar a que todo el mundo sepa que no paga. Cualquiera que oyera hablar por primera vez de esta estrategia, que presupone que quien tiene la cara lo bastante dura para no cumplir su deber va a flaquear por que se enteren los demás, se la tomaría tan a chiste como la de Gila cuando hacía confesar a un asesino implacable susurrándole con disimulo aquello de “alguien ha matado a alguien”. Y recomendaría sin dudarlo la opción de los colombianos, que, miradas las cosas con objetividad, es un tipo de coacción mucho más natural. Sin embargo, resulta que la táctica funciona, pues comprende y aprovecha una de las señas de identidad de nuestro tiempo: que los occidentales modernos otorgamos a la imagen toda la importancia que le hurtamos a la ética y la responsabilidad. Comprobado lo cual, no me queda sino animar a que se persigan por idénticos medios otros agravios como la infidelidad conyugal y las calles se llenen de intrépidas cobradoras del tanga que, contratadas por los cornudos y cornudas, vayan por ahí cobrándose con ingenio y salero las siempre apremiantes deudas del honor.
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Referencias y contextualización El dato que sirve de punto de partida a este artículo, que la demanda de los cobradores del frac había aumentado un 40% en Valladolid, se reseña y comenta aquí, y la condena del cobrador del frac que amenazó a su víctima, aquí. El último fin de semana, además, el Real Madrid se había situado a sólo cuatro puntos del Barcelona en la Liga de fútbol, y amenazaba su liderato habiendo desplegado un juego mucho menos brillante que su rival.
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