29 octubre 2003 |
A los bancos, cheque en blanco |
Mira que nos tienen dicho y redicho que el poder fetén ya no lo ostentan ninguno de los tres poderes oficiales; ni el ejecutivo, ni el legislativo, ni el judicial, ni mucho menos ése otro que con tanto voluntarismo y autocomplacencia hemos dado en llamar el cuarto. Tampoco a viejos poderes de facto como la Iglesia católica les queda apenas bula para ejercer desde la sombra un control nebuloso investido de autoridad moral, y bastante tienen hoy unos y otros con conmemorar bodorrios de plata y pasados mejor. Ahora gobierna el gran capital. En sus manos están los ahorros de los religiosos, las economías de los países pobres, los partidos de la tele y hasta los resortes necesarios para hacer repetir las elecciones a la Comunidad de Madrid. Pero nada: los plumíferos seguimos empeñados en criticar sin piedad a los humildes actores secundarios que cooperan en los bombardeos de un país para favorecer a las empresas que intervengan en la reconstrucción; solicitan el indulto de los Albertos o llenan el cónclave vaticano de cardenales afines al Opus Dei. En cambio, a los bancos cheque en blanco. Hace siglos que su amable papel de cambistas o guardianes de ahorros quedó postergado por el de feroces inversores que apuntalan el accionariado de las multinacionales; la inmensa mayor parte de sus beneficios les llega a través de esas correrías y, sin embargo, su impunidad es tan abrumadora que les permitimos sin rechistar los atropellos más injustificables hacia quienes les nutrimos de capital. ¿Qué es eso de que tengamos que pagar comisiones cuando solicitamos un cambio de divisas, ingresamos un talón o una transferencia de otra entidad, o extraemos una cantidad de un cajero automático que no pertenece a la nuestra? Cualquiera diría que no hay ordenadores y es necesario abonarles sus honorarios a unos curritos que tienen que ir de banco en banco cobrando nuestras imposiciones. ¿Y la surrealista cuota “de mantenimiento” de la cuenta corriente o la tarjeta de crédito, como si precisaran de cómodo alojamiento y esmerada manutención? Pues resulta que, en los últimos meses, algunas entidades ya han conseguido culminar la obra con la exigencia de cargos por cada “apunte” u operación que efectuemos con nuestros ahorros. Alguien debería tomarse la molestia y estudiar la posibilidad de incluir semejantes vejaciones unilaterales en algún lugar del Código Penal.
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Referencias y contextualización En pocas semanas se iban a celebrar el 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II y el de la aprobación de la Constitución española. En 2002, la investigación tras el escándalo de la agencia de valores fraudulenta Gescartera reveló que gran cantidad de instituciones religiosas, entre ellas el Arzobispado de Valladolid, tenían un importante capital invertido en acciones. Las revelaciones tras el episodio de transfuguismo protagonizado por los diputados socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que obligaron a repetir las elecciones a la Asamblea de Madrid, aun sin probar nada concreto inducían a pensar en la intervención en la crisis de algunos constructores perjudicados por el programa urbanístico del PSOE. Los empresarios Alberto Alcocer y Alberto Cortina, encarcelados por delitos de estafa, pudieron haber salido de prisión si el Gobierno finalmente les hubiera concedido el indulto que solicitaron sus abogados.
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