22 octubre 2003
Jergas y jergones
 

Si ste art q akbo dempezr rsulta tdioso o intrascndnt, dsde lgo no tndre la gta ddcir q es x culpa dl argot d los chats. Sin embargo, lo realmente novedoso y reconfortante no es que no lo diga yo, sino que lo rechace todo un presidente de la Real Academia.

Víctor García de la Concha dio el sábado en León una nueva muestra del talante amable y despreocupado que está imprimiendo al susodicho conciliábulo, tantos años anclado en el normativismo histérico y catequístico de Lázaro Carreter, y negó terminantemente que la jerga de los chats y los sms repercuta en un empobrecimiento de la lengua. Su advertencia de que los diferentes contextos de expresión favorecen el empleo de un registro u otro del idioma es casi una obviedad, pero sorprende oírla de labios de uno de los pretendidos conservadores del castellano como momia perfectamente incorrupta.

Aun así, en el diagnóstico que hace García de la Concha, por liberal que sea, se vislumbra cierto menosprecio indulgente a la misma esencia expresiva que la economía infiere, por ejemplo, a los aforismos y las greguerías. Cuando chateamos o escribimos un sms somos mucho más contundentes e incisivos; tenemos que comunicar en cuatro palabras todo lo que no podemos mostrar con dilaciones o gestos, pero en cambio disponemos del tiempo justo para reflexionar. En consecuencia, los parlamentos se hacen escuetos y precisos, como esos diálogos del Hollywood clásico en los que a uno le da la sensación de que no sobra nada. Por otro lado, esos mensajes pueden estar construidos en torno a una paradoja o un juego de palabras o sonidos, igual que cualquier otro; todo depende, por supuesto, de que quien los escriba tenga vocación de trascender la mera funcionalidad del enunciado, pero no de que nos saltemos tres o cuatro morfemas que se sobreentienden.

La falsa antagonía entre tecnología y riqueza expresiva que pretenden los puristas no es nueva. También se dice que los e-mails son fríos y mecánicos, frente a la cercanía de las cartas manuscritas; como si las novelas y los libros de poemas que salen de la imprenta necesitaran de garabatos caligráficos para comunicar algo. Pero, sobre todo, lo que viene de lejos es el desprecio cultista hacia las jergas, que son potencialmente tan expresivas como el registro elevado siempre y cuando haya ingenio y, por lo general, mucho menos susceptibles de acomodarse con complacencia en jergones rellenos de paja.


 

Referencias y contextualización

El presidente de la Real Academia de la Lengua Española y sucesor de Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, pronunció el sábado 18 en León una conferencia en la que rechazó la idea general de que los chats y los mensajes a teléfonos móviles empobrecieran el castellano por sus frecuentes abreviaciones de las palabras, dado que la lengua admite diferentes registros de habla según la situación y la de los enunciados reducidos a la mínima expresión se da en un contexto muy concreto.

Un jergón es un colchón de paja, esparto o hierba.

Otra crítica al academicismo lingüístico se encuentra en "La fijación por la limpieza y el esplendor". Sobre el Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebró en Valladolid en otoño de 2001, ver "El congreso de papiroflexia" y "Notas a las actas del congreso".

 

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