21 noviembre 2007 |
A palabras necias, puente de plata |
Personalmente, no creo que Izquierda Castellana esté vinculada con Batasuna, como sostiene el portavoz de la Confederación Española de Policía, Rodrigo Gavilán, y además el historial del personaje y de su asociación tampoco invitan a presumirles una gran ecuanimidad. Es poco probable que a ambos partidos los una otra cosa que no sea la relación personal entre algunos de sus miembros y la simpatía y apoyo ocasional que se profesan y prestan los distintos grupos de la izquierda antisistema. Y llamar a eso “vínculos” ya sería llevar demasiado lejos la costumbre de ampliar el círculo de imputados mediante el endeble argumento de que los nuevos pertenecían al “entorno” de los primeros. Ahora bien, si, compartiendo mis reparos jurídicos, IC y otros grupos comunistas y anarquistas se han pronunciado reiteradamente contra los atajos judiciales, lo que no pueden es reclamar ahora la ilegalización de Democracia Nacional. Ni apelando a su ideario neonazi ni recordando el asesinato de Legazpi, por lo demás claramente puntual y fortuito. Si delinquen sólo los individuos y no las ideas o los partidos, la premisa vale igual para los abertzales que para los fascistas. Y, si existe una ley de manifestaciones que sólo obliga a los convocantes a prever o solicitar un dispositivo para mantener el orden, habrá que permitir que se movilicen tanto unos como otros. Me sorprende la insistencia con la que tanta gente se empeña en criminalizar la apología del terrorismo, del fascismo o del racismo, cuando la opinión pública ya tiene claro que se trata de aberraciones intelectuales y, por tanto, como teorías son inofensivas para la estabilidad social. Se vuelven peligrosas cuando algún chalado las pone en práctica, pero eso no se evitará con ilegalizaciones. Desde el punto de vista de la izquierda antisistema, reivindicar tales medidas o devolver golpe por golpe, convirtiendo el enfrentamiento en una pendencia entre bandas rivales en vez de dejar que la policía detenga a los culpables, es además un error táctico. La extrema izquierda y la extrema derecha rivalizan en simpleza, maniqueísmo y brutalidad, pero, mientras los ideales de igualdad, justicia y libertad de la primera los compartimos casi todos, los de la segunda no tienen un pase ni siquiera en el plano teórico. ¿Cuántos ciudadanos respaldarían la xenofobia como principio? Entonces, ¿por qué tener miedo a que la proclamen alto y claro para que todo el mundo les oiga? A algunos enemigos, más que cuando huyen, es cuando hablan cuando hay que ponerles un puente de plata.
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Referencias y contextualización El domingo 11, un joven antifascista falleció de una puñalada que le asestó un ex soldado neonazi en un enfrentamiento en la estación de metro de Legazpi, en Madrid, cuya crónica puede leerse aquí. El sábado 17, diversos colectivos de izquierdas se manifestaron en Valladolid reclamando la ilegalización del partido fascista y xenófobo Democracia Nacional. De uno de ellos, el partido regionalista Izquierda Castellana, el portavoz de la Confederación Española de Policía aseguró ese mismo día que mantenía vínculos con Batasuna. De ambos hechos se da cuenta, por ejemplo, aquí. |
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