24 diciembre 2003
Apartheid en los bares
 

 

No estaría mal que la portada del lunes en Diario de Valladolid, con los jóvenes apaleados en Arrabal de Portillo, sirviera de espoleta para que los medios de comunicación denuncien lo que ya es un clamor entre quienes salimos por la noche los fines de semana: la actitud arbitraria y prepotente de los porteros de algunos bares y discotecas a la hora de permitir el paso a los recintos.

Según trasluce la noticia, los chicos de Portillo no presentaban un estado de embriaguez que pudiera resultar peligroso o incómodo para los demás clientes, y de hecho uno de los porteros les concedió inicialmente el acceso. El episodio se enmarca, pues, en la intolerable discriminación que practican ciertos vigilantes en función del sexo, la edad, la indumentaria, el corte de pelo o hasta los impedimentos de movilidad de las personas que sólo pretenden tomarse unas copas, escuchar música y satisfacer sus necesidades sociales. Esto también sucede en la capital: el ejemplo más palmario que yo conozco es Tintín, en la plaza del Coca. La gente que viene de Madrid, Barcelona, Bilbao o Canarias se queda perpleja al ver cómo se las gastan en Fachadolid.

El argumento habitual de que los bares son privados y el portero deja entrar a quien quiere (estos tipos no suelen ser Sócrates) no se sostiene desde el momento en que la noche, como la educación o la hostelería, es un fenómeno social y estos locales sobreviven por eso; la normativa municipal que limita horarios y ruidos debe cubrir también este escandaloso apartheid. En último caso, si no se establece un precio de entrada único y se permite a los porteros poner tarifas desorbitadas a los que ellos quieran disuadir, es la OCU la que tendría que tomar cartas en el asunto ya.

La segregación no es inherente a las zonas pijas de Valladolid porque, a 50m de distancia, los porteros de Bagur son unos chicos muy amables y atentos y casi todo el mundo coincide en que los de Tintín son unos chulos. Tampoco parece que obedezca a directrices empresariales, pues los sustitutos ocasionales de éstos últimos no se comportan así, y no beneficia en nada al negocio dejar sin consumir a un tío con coleta o playeros del que el resto de la clientela, desde luego, no iba a salir huyendo.

Alguien debería advertir a ciertos gorilas que hay pocas cosas más patéticas en el mundo que un portero de discoteca pavoneando su insignificante cuota de poder. La autoridad competente, directamente prohibírselo.



 

 

Referencias y contextualización

Diario de Valladolid mostró en su portada del lunes 22 la fotografía de dos jóvenes después de ser apaleados por los porteros de una discoteca en el municipio vallisoletano de Arrabal de Portillo. Fachadolid es un término despectivo con que se ha venido aludiendo tradicionalmente a la capital de la provincia por su supuesta tendencia derechista. La OCU es la Organización de Consumidores y Usuarios, de ámbito nacional.

La argumentación jurídica y la jurisprudencia de la tesis intuitiva de este artículo se encuentran en el siguiente, "El derecho de admisión es ilegal".

 

 

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