28 febrero 2001 |
Aquí no hay playa (II) |
Debe de latir algún deseo de autoafirmación en la circunstancia de que los urbanos aprendices de regeneracionistas tendamos a fijarnos en el mundo rural en cuanto nos ajustamos el monóculo y nos disponemos concienzudamente a diagnosticar los males de Castilla. Me acuerdo de lo que escribí la semana pasada y me pregunto si, mientras esperamos la remesa de inmigrantes que reclamaba Estella antes de ayer o la proliferación de proyectos turístico-culturales al estilo del de Manolo Rojo en Ambrona, planteamientos como ése no contribuyen indirectamente a descuidar la cuestión de si nuestra capital, la que dicen que lo fue de un Imperio, exprime hoy todo el potencial atractivo que podría tener para los visitantes de fuera. Aquí tampoco hay playa. El único interés turístico de Valladolid puede venir a través de la cultura y el idioma. Pero los dos parecen caminos definitivamente desestimados por una ciudad de la que siguen tirando la industria, la construcción y alguna multinacional francesa a la que sí dejaron fusionarse. La reputación de nuestra ciudad como hábitat del fetiche abstracto ese del “castellano más perfecto” debería ser aprovechada para la captación en masa de estudiantes extranjeros. Como a mí San Valentín, al igual que San Fermín, San Mateo o San Silvestre, me suele pillar sin novia, tuve ocasión de ahorrarme los versos y las flores y darme una vuelta por Salamanca con los colegas de cierto Garito singular. No nos jalamos una rosca, pero al menos tuve tiempo de paladear la riqueza cultural y la vidilla que proporciona la llegada de chavales de todo el mundo con ganas de aprender español. Nuestra Universidad tiene que ponerse las pilas, promocionarse y no esgrimir la tradición como perpetua justificación de la distancia que nos llevan en eso los del Tormes. En el otro aspecto, es de suponer que la inauguración de los museos de Arte Contemporáneo y del Cine dará un nuevo aire a la atmósfera cultural de la ciudad. Cuando sea el momento, reclamaremos que no se ponga exclusivamente énfasis en la colección permanente del primero (creo que es obvio que, salvo los cuatro o cinco grandes museos del planeta, lo que dinamiza al resto son las exposiciones itinerantes), y, una vez más, que las instituciones colaboren con las salas de exhibición para que la cartelera sea consecuente con la supuesta cinefilia que rezumaremos cuando llegue el segundo.
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Referencias y contextualización Manuel Estella era el presidente de las Cortes de Castilla y León, y el lunes 26 de febrero reclamó una política de atracción de inmigrantes al medio rural castellanoleonés, que compensaran su envejecimiento y su despoblación (ver artículo de la semana anterior, "Aquí no hay playa"). Manolo Rojo, arqueólogo y profesor de la Universidad de Valladolid, acababa de anunciar un proyecto de museo y centro de ocio junto al yacimiento de Ambrona (Soria), que persiguiera a la vez objetivos turísticos y culturales. A lo largo de 2001 proliferaron los actos y exposiciones conmemorativas del cuarto centenario de la breve capitalidad de Valladolid durante el reinado de Felipe III. La multinacional francesa es Renault, cuya planta de Valladolid, FASA-Renault, fue el gran estímulo de la expansión económica de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX. Inicialmente, Renault y la empresa española FASA (Fabricación de Automóviles Sociedad Anónima) eran independientes, pero se fusionaron en 1965. En la fecha en la que se escribió el artículo, parecía que el Gobierno de José María Aznar iba a impedir la fusión entre Vía Digital y Canal Satélite Digital, las dos plataformas privadas de televisión digital por satélite de España.
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