31 marzo 2004
Asimetría y redistribución
 

 

El mismo día en que Juan Vicente Herrera exigió en Fuensaldaña que el Gobierno entrante garantice la cohesión nacional y no perjudique a Castilla y León en su modelo de financiación económica, representantes de CiU, PNV y BNG se reunían en Madrid confiando en que el PSOE reconozca “la asimetría política de los pueblos que integran el Estado español”.

A los nacionalistas les ha faltado tiempo para expresar su esperanza de que el cambio en La Moncloa abra una nueva etapa de diálogo. Más que rendir sincero homenaje al vencedor en las urnas, parecen estar tomando posiciones desde el principio para marcar el ritmo del debate en la próxima legislatura. Como previsiblemente lo lograrán, a Castilla y León le va a tocar otra vez ninguneo y defensa panza arriba, con un Gobierno y un electorado alineados con el partido que no sólo ha perdido, sino que comprueba cómo se le vuelve de golpe el resentimiento que ha incubado en los últimos cuatro años en Cataluña y el País Vasco. Herrera, por su parte, ya ha criticado varias veces con toda razón la insolidaridad de las regiones ricas en sus exigencias fiscales.

De momento, el PSOE gana tiempo anticipando medidas pacifistas, sociales y laicas que son más populares, menos espinosas y más importantes para cualquier persona ilustrada que pase de tacañerías provincianas. Pero tarde o temprano deberá enfrentarse a la cuestión de España.

Zapatero va a tener que lidiar con tantos miuras que lo mejor sería que los olvidara a todos y se concentrara en conquistar a las respectivas opiniones públicas. Lo hará si consigue vender un mensaje que además coincide con lo racionalmente más justo, y que está en el punto medio entre Herrera y Carod-Rovira: aceptar la asimetría política (ya la hay) pero presentar como irrenunciable la redistribución económica solidaria. No obcecarse en un centralismo político cerril que regala a los no menos cerriles nacionalismos periféricos los argumentos que no tienen, y tampoco dejarse comer el terreno en un modelo de financiación autonómica que traicione el ideal de justicia social vigente en todo izquierdista noble, también catalán (Albert Boadella, sin ir más lejos).

El talante amable y contemporizador, la disposición a situarse en el medio y escuchar a todos, es la actitud humanamente más consecuente y políticamente más rentable. Es la que ha alumbrado a Ibarretxe y, con suerte y con destreza, será también la que encumbrará a Zapatero.


 

 

Referencias y contextualización

El día en que Juan Vicente Herrera abogó por una financiación autonómica ecuánime en las Cortes regionales de Fuensaldaña y los delegados de CiU, PNVy BNG por la asimetría política en Madrid fue el martes 23.

El gran incremento de la participación electoral en Cataluña y el País Vasco (alrededor de un 10%) había sido una de las razones del vuelco del 14 de marzo, dado que los votantes de ambas comunidades habían incubado un gran resentimiento hacia la política territorial de José María Aznar.

En los primeros días después de las elecciones, José Luis Rodríguez Zapatero anunció la retirada de Irak, la suspensión de la Ley de Calidad de la Enseñanza (incluida la reinstauración de la asignatura de Religión como obligatoria y evaluable) y la intención de apoyar el matrimonio entre homosexuales y la investigación con células madre extraídas de embriones.

Albert Boadella, director de la compañía de teatro catalana Els Joglars, se había preguntado en una entrevista concedida a El Mundo poco después de las elecciones catalanas de noviembre cómo se podía considerar de izquierdas una política de reivindicaciones económicas tan poco solidarias con las regiones pobres como la de ERC.

 

 

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