1 julio 2012 |
Asomados a la bocamina |
Con una columna menos que Franco e invocando a Santa Bárbara en lugar de a Santiago, los mineros avanzan sobre Madrid sin mucha esperanza de que les rindan la plaza. Si no se pasan de brutos, siempre tendrán una cuarta columna en la opinión pública, que empatiza con su aura trágica y con el tizne ácrata del color que apellida su marcha. Pero el ministro Soria dice que no hay dinero, y ya se sabe que, cuando se agotan las reservas de este material que se ha revelado tan perecedero, en Europa sólo hay alternativas renovables para mantener encendida la banca. Los mineros alegan que las subvenciones estaban pactadas hasta 2018, pero éstas son siempre una medida discrecional y no hay forma de justificar con argumentos que se deban dar a un colectivo concreto y denegárselas a otro. ¿Por qué se subvencionan la educación y la sanidad, y no la comida o la vivienda? ¿Merecen prestaciones los parados pero no los interinos despedidos? ¿Se ha de financiar desde el erario la reconversión de la minería y no la de los cines, los periódicos o los pequeños comercios, a quienes la evolución económica ha puesto a los pies del galope de internet y las grandes superficies? En el plano teórico, sería justo socorrer a todo aquel que tiene la desgracia de trabajar en un sector que deviene deficitario sin que ese declive haya sido responsabilidad suya. Lamentablemente, el futuro de 4.000 familias y sus comarcas no son un problema sistémico que demande un rescate, crédito o ayuda (esos irrelevantes debates nominales), y que el carbón vaya a ser de nuevo rentable y estratégico en un futuro es, todavía, una mera especulación. El PP y el PSOE expresan su solidaridad hacia el sector minero como lo harían ante los deudos de un finado, y algún senador consecuente hasta se rebela contra esa disciplina de voto que hace superfluo el parlamentarismo. Pero todos saben que no hay solución: el momento exige vetas de lucro inmediato y las personas, a estas alturas, sólo valen como escombros. En el fondo, no es nada nuevo: llevamos tres años asomándonos una y otra vez al agujero y viéndole las entrañas cada vez más negras. “Acompasados ayes a la boca del pozo”, cantaba Víctor Manuel en su demoledora Planta 14. “Quién diría, les pillará de sorpresa la tragedia repetida”.
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Referencias y contextualización Estos días, una triple marcha minera (rebautizada 'Marcha negra' como la de 1985, por el color del carbón) se dirigía desde Asturias, Aragón y Andalucía hacia Madrid para pedir que las subvenciones al sector minero se mantuvieran como estaba previsto hasta 2018, frente al descenso del 63% que habían experimentado en los Presupuestos Generales del Estado para 2012. Las empresas mineras afirmaban que habían efectuado inversiones para ser rentables por sí mismas a partir de esa fecha, pero no si las ayudas menguaban antes. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, ya había dicho que no había margen presupuestario para mantener la cuantía de las ayudas. Santa Bárbara es la patrona de los mineros. Santiago el patrón tácito de la unidad de España, uno de los motivos de la sublevación franquista en 1936, que en los primeros meses de la guerra se dirigió a Madrid con cuatro columnas; la quinta era la de sus partidarios en la propia capital, en expresión atribuida al general Emilio Mola que hizo pensar los republicanos que la defendían que los supuestos franquistas madrileños jugarían un papel decisivo en la batalla y ejecutar una sangrienta represión sobre ellos. La semana anterior, el Consejo Europeo había aprobado recapitalizar la banca española sin hacer al Estado su intermediario y avalista, lo que evitaría que el crédito de hasta 100.000 millones de euros que la UE había dispuesto y sus intereses incrementaran la deuda pública española; una alternativa que hasta entonces se había considerado impensable. El PP y el PSOE manifestaban su solidaridad con los mineros y se intercambiaban reproches de ser los culpables de la situación. El senador popular Juan Morano, exalcalde de León, rompió la disciplina de voto apoyando las enmiendas socialistas a los presupuestos que pedían el mantenimiento de las ayudas, y por esta causa el partido le multó con 2.000 euros y le abrió un expediente. La canción citada de Víctor Manuel se puede escuchar aquí.
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