28 enero 2009 |
Astronomía mística |
Es un peligro que la antena telescópica de Cebreros vaya a colaborar con el satélite europeo Planck en su objetivo de recibir la radiación del big bang. Que se comunique con naves espaciales, que ayude a traer una muestra del suelo de Phobos o que apoye al proyecto Herschel en el estudio de las galaxias, vale. Todo queda en casa: nuestra casa, la casa de la materia. Pero que se meta en el embolado primordial, el origen y esencia del que todo lo demás es mera función y accidente... Imaginen que los astrónomos de Cebreros son de natural inquieto y humanista y, antes de ir al curre, se dan un garbeo por el centro de interpretación de la mística que tienen ahí al lado, en Ávila. Imbuidos del espíritu de santa Teresa, seguramente creerán entrever la luz divina en el resplandor primigenio; deducirán que las galaxias que se alejan tienden al rojo, no por efecto Doppler, sino porque se acercan al calor de Dios; interpretarán que el día en que la materia genere una gravedad superior a la fuerza expansiva y el universo se contraiga hasta volver al punto de partida será porque todo retorna al Padre, o bien para dar la razón a Teilhard de Chardin y su teoría (más bien pálpito) de que Cristo es el alfa y omega de la evolución. Hay palabras que es mejor no yuxtaponer para no incurrir en oxímoron. Por ejemplo, curación milagrosa, como la que va a elevar a los altares a ese jesuita vallisoletano; o intifada poética, como la de los vates leoneses que debieron de aprender del Quijote que las armas son más meritorias que las letras; o bien esta nueva astronomía mística que se pergeña en Ávila. Aunque su sola mención espante a los curas, la verdad es que el big bang no casa nada mal con la idea de un Creador; un primer motor que, en un momento determinado, puso las cosas en marcha. Pero la mente más preclara que ha dado la Iglesia en sus dos mil años de existencia, la del franciscano inglés Guillermo de Ockham, ya consignó hace 750 que los entes no han de multiplicarse si no son necesarios para explicar un fenómeno. Y el universo, con los conocimientos que tenemos hoy en día, se explica solo. No lo digo yo. Fue la navaja de Ockham la que apuñaló a Dios.
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Referencias y contextualización Los planes de la antena de Cebreros (Ávila) para 2009 se detallan aquí. El proyecto "Ávila mística", iniciado en 2000 y terminado en otoño de 2008, había construido en la ciudad castellana un Centro de Interpretación del Misticismo, un Centro de Documentación de la Mística y un Centro Internacional de Estudios Místicos, bajo la égida de la santa abulense Teresa de Jesús. El efecto Doppler consiste en que los objetos que se alejan tienden hacia el rojo en el espectrógrafo: la observación de que tal cosa ocurría con las galaxias vistas desde la tierra fue la prueba fundamental para constatar que el universo se expande. Una de las teorías sobre el futuro del universo es que, un día, la acumulación de materia generará una gravedad superior a la fuerza expansiva, con lo que todo empezará a contraerse hasta volver a un solo punto de infinita densidad, proceso inverso al que desencadenó el big bang. El jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin compaginó sus creencias religiosas con sus trabajos paleontológicos afirmando el hecho científico de la evolución pero matizando que Cristo era alfa y omega de ésta. Un oxímoron es la asociación de un sustantivo y un adjetivo que se contradicen entre sí. Esta misma semana, Benedicto XVI reconoció el supuesto milagro de un jesuita vallisoletano e inició su proceso de beatificación y un grupo de poetas leoneses irrumpió en el Ayuntamiento y, tras recitar una serie de versos en protesta por la privatización del agua, anunciaron que seguirían adelante con su "intifada poética" para luchar contra todos los problemas del mundo. En el llamado "discurso de las armas y las letras", Don Quijote defiende el oficio de la caballería y argumenta por qué lo considera más meritorio que los de letras. Guillermo de Ockham formuló en el siglo XIV la sentencia entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem ("los entes no han de ser multiplicados sin necesidad"), conocida popularmente como "la navaja de Ockham", y que considera que para explicar los fenómenos no se deben utilizar más que los elementos estrictamente necesarios, sin añadir factores que, aunque no contradigan su mecanismo, tampoco aporten nada, y por tanto el fenómeno podría desarrollarse de igual manera si no existieran. Naturalmente, Ockham no aplicó su criterio a la existencia de Dios, puesto que la ciencia de entonces no podía explicar el origen del mundo sin él, sino a las discusiones entre neoplatónicos y neoaristotélicos en el seno de la escolástica.
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