21 enero 2009 |
Demasiado tarde |
La mayor manifestación que se ha congregado en Castilla y León contra la ofensiva militar israelí sobre Gaza, la del pasado sábado en Valladolid, llegó demasiado tarde para aportar más que un dolido epílogo al conflicto y una percha obsolescente a los plumillas supeditados a hacer exégesis de las cruzadas que se emprendan en la tierra santa regional. Poco queda por decir que no esté registrado en las parrafadas completas de alguno de los autores sagrados de la patrística nacional de tertulianos y ningún corolario merece ya más consideración que la que se otorga a las profecías autocumplidas. Pero, apenas cuatro días después de la marcha, el comienzo de la retirada de las tropas ya refuta varias de sus acusaciones. Para empezar, Israel no ha perpetrado un genocidio: no ha pretendido exterminar al “pueblo palestino” como tal, ni siquiera al subconjunto que habita Gaza (la ANP se frota las manos en Cisjordania mientras deplora genéricamente los daños para que no se le note en exceso el júbilo por la humillación de su rival electoral). Tampoco cuestiona el “Palestina para los palestinos” que se coreó el sábado (a menos que los manifestantes estuvieran impugnando la propia instalación artificial del estado judío en 1947 y aspiren a desalojar como si tal cosa a siete millones de habitantes); al final, ha resultado ser cierto que las tropas hebreas se irían de la Franja en cuanto destruyeran la belicosidad de Hamas y la lealtad incondicional de sus votantes. ¿Respuesta desproporcionada? Posiblemente, pero en este debate, como en el de si uno puede disparar al ladrón que asalta su casa armado sólo con una navaja, creo que quien inicia las hostilidades no tiene derecho a establecer, encima, las reglas del combate. Más que la desproporción, lo que no se puede consentir a Tel-Aviv es que ejecute sus represalias sin respetar la vida de personas inocentes, ya sean éstas niños, mujeres o varones adultos, trabajadores de la ONU o familiares de combatientes. Sin duda, arrasar todo es muy fácil y efectivo a la hora de separar a los terroristas de la población civil que sufre sus insensateces, pero en el mundo civilizado, donde Israel pretende tener asiento, se considera preferible que un culpable salga indemne a que un inocente sea castigado. Habrá que buscar otros métodos más laboriosos, porque un asesinato injustificado no es el mal menor, sino el que hay que evitar a toda costa. Quizá Barack Obama, que dice que va a cerrar Guantánamo, desautorice un día el funesto concepto de víctimas colaterales que se acuñó en Irak y ha reducido al ser humano a la categoría de carne de cañón. Pero para miles de palestinos su investidura habrá llegado, de nuevo, demasiado tarde.
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Referencias y contextualización El sábado 17, miles de vallisoletanos salieron a la calle para protestar por el ataque militar de Israel sobre la Franja de Gaza, gobernada por el grupo terrorista Hamas, que había puesto fin a la tregua de seis meses suscrita con el lanzamiento de cohetes sobre suelo israelí. Tras considerar cumplidos sus objetivos, las tropas hebreas comenzaron a retirarse el martes 20, víspera de la investidura como nuevo presidente estadounidense del demócrata Barack Obama. Una reseña de la manifestación vallisoletana puede leerse aquí. |
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