28 septiembre 2005
Bandoleros catalanes
 

 

Vaya por delante que a las apelaciones a la Historia para justificar actitudes o reivindicaciones presentes les concedo escasa credibilidad y absolutamente ninguna autoridad. El pasado no es quién para legitimar nada y, en caso de que lo fuera, ya escribí hace unas semanas que la Historia es como una puta y siempre tiene un ratito para todo el mundo. Pero, en un desafío medieval como el que nos ocupa, cuando el adversario escoge arma hay que combatir con ella. Y el consejero de Comercio de la Generalitat, Josep Huguet, eligió embestir con el mito fundacional del nacionalismo catalán, la Revolución de 1640, objeto y semilla de aquel himno de Els Segadors que con tanto cariño se refería a los castellanos.

Amenazó Huguet que, si fracasara la fruslería estatutaria ésa en la que andan metidos por allí, la metafórica “guerra civil” que estallaría en Cataluña rebotaría contra España. Así sucedió, dijo, cuando el conflicto entre nyerros y cadells desembocó en la sublevación contra el conde-duque de Olivares.

Pues bien, como en el pasado (en realidad, en cualquier enunciado) no se puede fundamentar ninguna verdad pero sí detectar alguna mentira; o, cuando menos, para ilustrar al señor Huguet sobre la amorosa complacencia de Clío con todo aquél que se le acerque, podríamos precisar que los nyerros y los cadells eran dos grupos rivales de bandoleros que asolaron Cataluña hasta que, en 1615, el nuevo virrey castellano, duque de Alburquerque, decidió acabar con ellos mediante la estrategia confesa de pasarse los fueros por el forro. Hasta entonces, ciertos obstáculos legales y la complicidad de algunos sectores de la Generalitat habían impedido la extinción del bandolerismo. Por esta profanación, la historiografía nacionalista le pondría siglos después a caer del burro emblemático de Cataluña, pero lo cierto es que Alburquerque pacificó la región en seis meses, y la burguesía no sólo no protestó por el escaso respeto que mostraba por las instituciones autóctonas sino que incluso alojó de buen grado a la caballería castellana. Al terminar el virreinato, los consellers expresaron a Alburquerque su más sincero reconocimiento.

Lo de 1640, cuando los catalanes acabaron cansándose de levas, impuestos y presencia de soldados extranjeros en nombre de una causa que no era la suya, fue otra cosa distinta y no tuvo nada que ver con los nyerros y los cadells. Pero, aún así, no estaría de más recordar que el lema de los míticos segadores era “Visca la Santa Fe Católica y el rey de España y muera el mal gobierno”, que los barceloneses les tenían un pánico cerval y que un clérigo catalán diría después de la escisión del Principado que “todo el mundo sabía que sólo [Pau] Clarís” y otros cinco “mal recibidos habían entregado la provincia a Francia”. Respecto a esto último, cabe recordar que también Huguet anunció que sería ERC, es decir, cinco "mal recibidos", quienes se encargarían de manipular al pueblo y volverle contra España, porque a guerrilleros no les gana nadie. Es de agradecer que nos ponga sobre aviso. Lástima que, en vez de Alburquerque, ahora sólo tengamos a José María Aznar.

 

 

 

Referencias y contextualización

Josep Huguet hizo las manifestaciones que aquí se citan el domingo 25 de septiembre, cinco días antes de la votación del proyecto de Estatut en el Parlamento catalán. Els Segadors, el himno que homenajea a los segadores que invadieron Barcelona el 7 de junio de 1640, en una confusa protesta que terminó con el asesinato a puñaladas del virrey Santa Coloma, decía en su versión tradicional: "Con la sangre de los castellanos haremos vino tinto"; este verso fue suprimido en el texto que el nacionalismo catalán asumió como himno a finales del siglo XIX. En 1641, Cataluña se escindió de España y permaneció durante once años bajo jurisdicción francesa.

Al día siguiente, el ex presidente del Gobierno español, José María Aznar, estimó que en Cataluña se estaban dando pasos inequívocos y decisivos hacia un "cambio de régimen". El burro es el animal simbólico de Cataluña.

Clío es la musa de la Historia.

 

 

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