11 febrero 2009 |
'Cansino' ya es una palabra polisémica |
Llevo varios meses observando con curiosidad en la gente el fenómeno lingüístico que el sábado quedó definitivamente convalidado al reproducirlo una de las personas a quienes nuestro tiempo confiere autoridad para custodiar el idioma: una columnista. Se me dirá que tan alta dignidad nos viene muy grande. Sin duda. Pero a los académicos también. La actriz y colaboradora de este periódico Cayetana Guillén Cuervo eligió para su último artículo el título de “Cansina falsedad”, un sintagma que ya sólo volvía a aparecer al final del texto reeditando el clásico recurso literario del cierre circular. Con esta expresión, la autora pretendía denunciar, a grandes rasgos, que las preocupaciones e intereses de los políticos, ejemplificados en el presunto caso de espionaje de la Comunidad de Madrid, son de una artificialidad tan excéntrica y recalcitrante que llega a cansar. Así lo debieron de entender los lectores, puesto que Google, que todo lo encuentra en la red que todo lo pesca, no registra objeción alguna al comentario. Sin embargo, oficialmente el adjetivo cansino no significa que algo canse. El diccionario normativo de la Real Academia y el de uso de María Moliner lo definen, con unas u otras palabras, como aquello que muestra cansancio, no como aquello que lo produce. De hecho, en este sentido se había venido empleando hasta hace unos pocos años. En concreto, hasta que Cruz y Raya comenzó a ponerlo en boca de personajes caracterizados como rústicos para aprovechar, precisamente, la hilaridad de la confusión entre lo que el vocablo parece significar y lo que realmente significa. Lo curioso es que el poder de la televisión, el éxito del dúo humorístico y lo pegadizo de su leitmotiv han hecho que muchísimos ciudadanos, tanto cultos como incultos, hayan terminado utilizando la nueva acepción con total normalidad y sin el menor asomo de ironía. El célebre fistro de Chiquito de la Calzada estuvo cerca de arraigar también en la población, pero, para desconsuelo de la ministra de Igualdad, últimamente parece haber caído en desuso. Nada más lejos de mis intenciones que reprender desde la altanería de los puristas a quienes incurren en este supuesto error léxico. Las mayorías no tienen nada que opinar en los temas susceptibles de someter a un criterio racional, pero en el lingüístico lo correcto no lo dicta la razón sino una convención tan arbitraria como el uso coloquial. No habiendo, pues, más lengua que la que se habla, la voluntad del pueblo es soberana. En este caso, además, ha sido sabia, porque la recién estrenada polisemia de cansino ha cubierto una laguna que no resolvían ni el excesivo agotador ni tampoco el adjetivo fatigoso, que no se aplica a personas. La Real Academia debe incluir cuanto antes su nueva acepción (como ya hace, significativamente, el Wiccionario) porque tiene todos los visos de prosperar. El Joan Corominas del futuro, no les quepa duda, tendrá que recurrir a la televisión para rastrear el origen de muchísimas palabras, y, para ésta en concreto, documentará su primera aparición en papel impreso en El Mundo del 6 de febrero de 2009.
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Referencias y contextualización El artículo de Cayetana Guillén Cuervo titulado "Cansina falsedad" puede leerse aquí. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, tras emplear en un discurso de junio de 2008 el femenino "miembra", no reconocido por la Real Academia, apeló a que ésta sí que había admitido "fistro", una expresión popularizada años antes por el humorista Chiquito de la Calzada. Pero la RAE desmintió este particular. Joan Corominas es el autor del diccionario etimológico más importante de la lengua española.
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