2 julio 2003 |
Demasiadas contemplaciones |
No voy a discutir si el tipo de Religión que se impartirá en Bachillerato a partir del curso 2004-2005 debería ser uno histórico-filosófico o uno catequístico, porque la preferencia de la primera opción en cuanto a legitimidad, justicia, objetividad e interés didáctico es tan evidente que casi da vergüenza interceder en su favor. Lo que cabría resaltar es el hecho mismo de que tal elección se plantee, el absurdo de que todo aquél que aspire a criticar la pervivencia de una asignatura tan descaradamente parcial e innecesaria como la Religión tenga que guardar a punto en la recámara una alternativa emparentada con ella, llámese Ética o Historia de las Religiones. Es inaudito que a estas alturas nos andemos con tantas contemplaciones con el tema de las creencias religiosas y que tengamos que oír chorradas como que se trata de una dimensión universal del hombre, o que su importancia en la Historia ha sido decisiva, para argumentar su pertinencia. Universal en el hombre hay muy poco, y desde luego nada de lo relativo a la cultura. La religión es un discurso heredado de tiempos en que no había explicaciones convincentes para nada y ha sido secularmente mantenido gracias a una estructura de poder muy concreta. Si sigue siendo una necesidad humana es porque nos han enseñado a sentirla, y yo diría que las dependencias es mejor que nos enseñen a erradicarlas. En cualquier caso, una necesidad que nunca ha producido conocimiento sino que lo ha combatido y lo sigue combatiendo no merece entrar en un plan de estudios en mayor medida que otras como la micción o el onanismo. En cuanto a su importancia histórica, tampoco cabría dotar a la religión de una relevancia especial con respecto a otras actividades humanas cuyo desarrollo en el tiempo podría ser perfectamente susceptible de estudio, como la sexualidad o la gastronomía. Pero no; una y otra vez conferimos al tema de las creencias una dignidad y una sublimidad que no tienen y alguno llega a pujar para que se incluya una mención a la tradición cristiana en el preámbulo de la Constitución europea, privilegiándola sobre la tradición clásica, la petrarquista u otra de cualquier índole que haya configurado nuestra manera de pensar. Si la evolución histórica y cultural hubiese sido otra, por mor de la misma casualidad por la que ha salido de esta manera, ahora estaríamos planteándonos si obligar a nuestros chavales a estudiar vudú o, como alternativa, Historia del vudú. No comprendo por qué el debate actual nos parece menos ridículo que éste.
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Referencias y contextualización La Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE) aprobada en el Congreso con los votos del PP, planeaba reformar la enseñanza secundaria a partir del curso 2004-2005 y, entre otras medidas, tenía previsto reimplantar la asignatura de Religión como materia obligatoria y evaluable de cara a la nota final con que los alumnos se presentarían a la Universidad. Se ofrecería la posibilidad de escoger entre cursar la Religión desde el punto de vista de la fe o estudiarla desde la perspectiva histórica y de su relación con la sociedad y la cultura. En la etapa de la LOGSE, la alternativa había sido la asignatura de Ética. Cuando el PSOE volvió al gobierno tras las elecciones de marzo de 2004, suspendió parcialmente la aplicación de la LOCE para el curso siguiente, en una iniciativa que se comenta en el artículo "La vuelta al cole".
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