25 junio 2003 |
Los jóvenes actores |
Emerger por algún instersticio descuidado de esta sociedad compacta a base de inquietudes mediocres y distracciones vulgares, donde algo huele a podrido y uno se siente menos libre que si estuviera dentro de una cáscara de nuez; “¿no es monstruoso que este actor, sólo en una ficción, en una pasión soñada, pueda sujetar de tal modo su alma a su propio concepto que, por obra de ella, palidezca todo su rostro, con lágrimas en los ojos y agitación en su aspecto, con voz rota (…); y todo ello por nada (…)?” (Hamlet, Acto II, Escena II). Lo es. Pero los jóvenes actores de teatro de Valladolid son de otra pasta. No pertenecen a esos gremios de jóvenes cantantes, jóvenes novelistas o jóvenes castores, objetos del proxenetismo que el capital practica con la idea de juventud para convertirlos en rentables figuras de tebeo. Ellos son chicos de provincias, que sólo por un antojo de lotería serán seleccionados en un casting de Al salir de clase. Pagan una matrícula considerable, ensayan en las aulas del conservatorio y se volverán locos buscando un sitio en el triste panorama teatral de la región. Y todo ello por nada. Sin embargo, los alumnos de la Escuela de Arte Dramático nos brindaron este fin de semana unas jornadas sublimes, catárticas, de las que te reconcilian con la belleza. Fue en Ambigú, siempre Ambigú, y de la mano de Shakespeare, siempre Shakespeare. El sueño de una noche de verano y Hamlet. Su comedia más especial y la más demoledora de sus tragedias. Y, como médiums, unos chicos con una asombrosa destreza para duplicar y triplicar papeles, cambiar el chip en el interludio y hacerlo creíble. O para representar sofisticadamente al sexo opuesto, o para elaborar un carácter en el punto medio entre dos personalidades interpretativas, explorando posibilidades sutiles y fascinantes bajo la guía de unos profesores que trasmutan los condicionantes pedagógicos en elementos constitutivos de la obra de arte. La autenticidad y el encanto del teatro amateur. Gente joven con algo que decir, con algo que sentir. Otro año más un regalo, otro año saliendo con ganas de dar las gracias. Otro año con la apremiante impresión de que, entre tanto adolescente insustancial, buena persona aplastada por el día a día, hueco profesional, trepa sin más, intelectual que va de lo que no es y hortera con suerte que pavonea su propia insignificancia, yo, sinceramente, me quedo con vosotros.
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Referencias y contextualización Los alumnos de 3er curso de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid representaron el 21 y el 22 de junio, como ejercicio final, El sueño de una noche de verano y Hamlet. Las funciones se celebraron en la Sala Ambigú. Dos de los versos más conocidos de Hamlet son aquellos en los que el protagonista denuncia que "algo huele a podrido en Dinamarca" y protesta que se sentiría más libre "dentro de una cáscara de nuez" que en su tormentosa situación actual. Al salir de clase era una popular y no demasiado interesante serie de televisión, que se caracterizaba por incorporar a actores jóvenes y desconocidos que, gracias al tirón de la tele, consiguieron iniciar unas carreras muy prometedoras y económicamente sustanciososas en el cine español. Los jóvenes castores eran unos populares boyscouts de cómic para niños creados por la multinacional Disney. En la puesta en escena de las dos obras, el interés pedagógico hizo que los profesores pusieran a dos actores a interpretar a un mismo personaje en diferentes escenas, a un actor a representar dos y hasta tres papeles sin solución de continuidad y que, por ejemplo, Hamlet estuviera encarnado por dos chicas y Ofelia por un chico. |
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