29 noviembre 2000
Demostremos
 

 

Demostremos que la culpa es únicamente de ellos. Que es la riada de muertos a destiempo, el dolor de los inocentes, la opresión visceral sobre los que sólo tratan de vivir en paz, lo que imposibilita una salida dialogada al conflicto.

Demostremos que nosotros somos los demócratas, los adalides de la libertad. Los que asumen con tolerancia la posibilidad de que el otro tenga sus propias ideas y pueda defenderlas por medios pacíficos, aunque disientan del pensamiento oficial.

Demostremos que la esencia del sistema por el que nos regimos es que la soberanía reside en el pueblo. Que no existen dogmas que puedan superponerse a la voluntad de la mayoría, y que, contando con ella, cualquier nuevo planteamiento será viable en el permanente proceso de reforma de la sociedad.

Demostremos, en fin, que somos Europa y siglo XXI. Que hemos desacralizado la patria y no es verdad que exista un nacionalismo español que, amparado en la legitimidad del deber del Estado, se esté oponiendo silenciosamente al progreso del nacionalismo periférico, acusándole de compartir fines con una banda en la que lo criminal son los medios.

En el Condado de Treviño no hay odio, ni sangre inocente, ni extorsión. No hay fractura social, ni autobuses ardiendo, ni se silencia mediante la violencia una de las dos opciones políticas implícitas en la misma autodeterminación que se reivindica. No se habla de Rh ni de alemanes en Mallorca. En realidad, como evidenciaron las últimas municipales, casi todos comparten bando. Pero la Junta no quiere oír hablar de referéndum, y nuestro Estatuto estipuló ad hoc que la segregación de los enclaves requeriría la aprobación por los municipios, la provincia, ambas comunidades y las Cortes Generales. La apelación del gobierno vasco al Tribunal Constitucional fue rechazada en julio de 1986.

Seamos coherentes. No hay ninguna justificación geográfica ni democrática para que Treviño siga ligado a Burgos. La autodeterminación es en sí algo justo. Es el derecho a realizarse que tiene todo movimiento social que se demuestre mayoritario. No podemos prolongar eternamente esa nostalgia trasnochada por la propiedad comunal que, en pleno capitalismo de posesiones individuales, se denomina integridad territorial. Librémonos de ella antes de que a alguien más autorizado que Arzalluz se le ocurra advertirnos que, en el fondo, nosotros tampoco hemos demostrado nada.

 

 

 

Referencias y contextualización

El condado de Treviño es un enclave situado geográficamente dentro de la provincia de Álava pero política y jurisdiccionalmente perteneciente a la de Burgos. Es una de las reivindicaciones permanentes del nacionalismo vasco, pero el Estatuto de Castilla y León incluye una cláusula según la cual la enajenación de un enclave territorial ha de verse refrendado por los municipios implicados, la provincia a la que pertenecen, las dos comunidades autónomas litigantes y las Cortes Generales. Aunque hay otro puñado de enclaves anómalos en el territorio de Castilla y León, sin duda el más notorio es el de Treviño, y parece obvio que la disposición citada se redactó pensando en él. Sin embargo, un 95% de los votos en los dos municipios del condado habían ido a parar en las últimas elecciones municipales a los partidos defensores de su anexión al País Vasco.

Una de las últimas machadas de Xabier Arzalluz, presidente del Partido Nacionalista Vasco, había sido asegurar que en un Euskadi independiente, a los españoles se les trataría con todo el respeto, "como a los alemanes en Mallorca". La cantinela del Rh negativo, más extendido proporcionalmente entre la población vasca que en el resto del mundo, es un lugar común esgrimido por el nacionalismo para demostrar, según los casos, su especificidad étnica o su particularismo cultural, reforzado por la endogamia.

 

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