29 octubre 2008
Discursos para nadie
 

 

Este sábado fue Juan Vicente Herrera. Cinco antes le tocó a Óscar López. A los partidos no se les ha ocurrido otra forma de presentar a sus líderes que los congresos multitudinarios, donde el aspirante único y preestablecido hace como que pide el voto a sus compañeros, éstos hacen como que le votan y aclaman y, finalmente, el elegido se declara abrumado por la confianza con que se le honra y muy ilusionado por la responsabilidad que se le encomienda.

Puesto que lo único imprescindible del proceso es nombrar a un candidato, daría lo mismo que la designación se hiciera discretamente en privado y luego se anunciara con una fumata roja o azul, según los casos, o se formalizase en la intimidad de la ejecutiva con una cena o un guateque. Sin embargo, los partidos quieren conservar aquel aire asambleario que respiraban las revoluciones decimonónicas y, empeñados en llevar adelante la impostura aunque se dé de patadas con su encarnación personalista en un líder, obligan a éste a pergeñar un discurso para un auditorio de amiguetes a los que no tiene nada nuevo que contar ni que vender, si acaso con algún fragmento telegénico y vago pensando en unos electores a quienes, de todos modos, todavía les queda un siglo para votar.

En esta tesitura, era mucho pedir que Herrera o López dijeran algo sustancioso a sus incondicionales. “El PP ha de escuchar siempre a los ciudadanos”, “el PSOE debe recuperar el contacto con la gente”. Sin duda: ahora sólo falta averiguar cómo se sintoniza la antena. “Votadme por convicción, no por conveniencia”, “no estamos aquí para lamentar las dificultades sino para trabajar con ilusión”. Por supuesto: sería el colmo que un candidato reclamara o proclamara lo contrario. “Hay que saber medir los tiempos y cuándo pasar a segunda fila”, dijo Herrera, en un alarde de falsa modestia porque es evidente que a él todavía no le toca. “Un socialista de raza prefiere trabajar sin descanso por llegar al Gobierno que descansar del trabajo en la oposición”, afirmó López, que, sin embargo, para ahorrar energías se subió a los nuevos trenes lanzadera de candidaturas primerizas.

Es una pena que, al oír obviedades, no se nos sobresalte en el cerebro un resorte como el que se nos activa cuando escuchamos un exabrupto. Si algo en nuestro interior se rebelase contra ellas, los políticos se cuidarían de incurrir en esas banalidades vacuas que frecuentan todos pero en las que, nobleza obliga, es primus inter pares el presidente Zapatero. Sabrían que hacerlo les desacreditaría fatalmente ante el electorado, y estos discursos de presentación para nadie serían la primera operación de alto riesgo de la que desertarían... para bien de todos.

 

 

 

Referencias y contextualización

El sábado 25, Juan Vicente Herrera fue reelegido presidente del Partido Popular de Castilla y León con más de un 98% de votos favorables. El sábado 20 de septiembre, Óscar López había sido designado nuevo presidente del Partido Socialista autonómico, con el 96% de los votos. El 2 de octubre, López, tras reunirse con la ministra de Fomento, la también socialista Magdalena Álvarez, anunció que a partir de 2009 se introducirían trenes lanzadera Valladolid-Madrid en la línea ferroviaria de Alta Velocidad, que abaratarían considerablemente los precios respecto al AVE regular. Ésta venía siendo una reivindicación recurrente de Valladolid en los últimos meses, lo que llevó al PP a insinuar que se había aprobado para promocionar la candidatura del nuevo líder del PSOE de Castilla y León. Una reseña del discurso de Herrera se puede leer aquí; una del de López, aquí.

 

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