8 enero 2003 |
Encuentro en la tercera fase |
Madrugada del viernes al sábado. Aproximadamente las cinco. Pedro Martínez y yo apuramos en la Plaza de la Libertad la última conversación, cuando se nos acerca un joven orondo y de tez sonrosada por el alcohol. Nos pide costo; no tenemos. Nos pide fuego; eso sí. Pronto se hace patente su intención de pegar la hebra: "¿Sabéis de algún sitio abierto donde se pueda follar con alguna guarra?" Pedro y yo tenemos cierto magnetismo para los tipos excéntricos de la noche; es la tercera vez que nos sucede en tres semanas y la aventura suele tener su encanto, así que acogemos expectantes a Raúl. Un giro de la conversación le lleva a manifestar que él se debe a su país, y subraya: "¡Arriba España!". Afirma que el patriotismo es su mayor virtud y nos pregunta cuál es la nuestra. Por el mero placer de discutir, respondo que ser rojo, ateo y antipatriota. Pedro añade con pudor alguna otra, pero se confiesa también de izquierda. Raúl nos contempla con una sonrisa rígida y burlona. Dice que nos equivocamos. La embriaguez ralentiza su oratoria, pero no le tiembla la voz cuando nos anuncia "Es que yo soy Guardia Civil", y lo certifica mostrándonos por propia iniciativa su carnet. Tras la revelación, el diálogo adquiere una nueva dimensión. Le preguntamos, a la vista de la primera petición que nos trasladó, qué hace con los alijos cuando los incauta, y no tiene empacho en afirmar que se los fuma, y que hay "mucha hipocresía". Alterna defensas del fascismo con críticas a la Constitución por ser continuadora del franquismo, y también denuncia al sistema que permite que lleguen inmigrantes (indistintamente moros, judíos y negros) y se queden con "becas" que podían haberse concedido a los españoles. A la cuestión de por qué el español ha de tener más derechos que el inmigrante contesta simplemente "porque sí", y termina estallando: "¡putos negros, que vienen a traficar con droga, a hacer el mal y a violar a nuestras mujeres!" El intercambio cultural no da para más y procedemos a despedirnos. "¡Arriba España!", repite. Cuando Pedro asiente con indulgencia, Raúl se encara con él: "¡No me des la razón como a los tontos o te doy una hostia!". Pedro hace acopio de paciencia; yo trato de apaciguar a Raúl con la mano en el pecho, y me grita que no le toque. "¡Ahora iréis a daros por culo, que seguro que os gusta, o a que os den por culo los negros, a los que tanto defendéis!". Nos alejamos con cautela y admiración. Hemos descubierto que Torrente existe.
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Referencias y contextualización El mismo día de la publicación de este artículo, desde el cuartel local de la Guardia Civil llamaron a Diario de Valladolid pidiendo explicaciones por lo que en él se decía y preguntando si su autor podía probarlo. En el periódico se negaron a dar los datos personales de Kiko Rosique, y entonces la Guardia Civil dejó un teléfono de contacto que el subdirector Julián Ballestero facilitó a Rosique. Tras la devolución de la llamada y una entrevista con el jefe de prensa del Cuerpo, Kiko Rosique concertó una cita en el cuartel para el sábado 11 con el comandante José Galiana. De ella se da cuenta en el artículo siguiente, "Al César lo que es del César". Aparte de la alusión a la tardía hora en que tuvo lugar el incidente, Encuentros en la tercera fase (1977)es una película de Steven Spielberg en el que se relata un contacto de intercambio cultural con extraterrestres. Torrente, el brazo tonto de la ley (1997), dirigida y protagonizada por Santiago Segura, es una parodia grotesca del prototipo de guardia civil fascistoide y racista. |
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