26 junio 2002 |
Españoles: la selección ha sido eliminada |
Desmiento rotundamente la acusación de que yo soy un anarca y no siento a la selección española de fútbol. Todo lo contrario. Me he visto todos los partidos, me gustaban el equipo y el itinerario, quiero que le den a Raúl el Balón de Oro y, además, me siento particularmente identificado con ella porque a mí, en los torneos del amor, también me eliminan todas las veces en cuartos. Podéis creerme: después de aburrir semana tras semana a mis lectores tradicionalistas (supuesto el caso de que me quede alguno) con tenaces socavamientos de cualquier lealtad a Dios, patria o amo, resulta que yo todavía no he superado la inercia irracional de preferir que, ante los mucho más entrañables sudafricanos o los incomparablemente más voluntariosos coreanos, sigan ganando los nuestros. Pero, claro, una cosa es que mis incoherencias intelectuales me logren colar casi de todo y otra muy diferente que me sea posible resistirme al estupor ante el espectáculo que están montando la televisión y la prensa deportiva con el arbitraje del infausto partido: locutores de informativos ridículamente compungidos al dar la noticia, titulares sensacionalistas de letra enorme y nula entidad informativa, y yuxtaposiciones audiovisuales de llantos y sonrisas fuera de contexto con el único objeto de presentar al malhadado egipcio como a Oswald en el famoso fotomontaje con el fusil Mannlicher-Carcanno. A mí, francamente, esto de la conspiración judeomasónica de la FIFA y la mafia oriental me parece excesivo. O los lobbies japoneses son muy torpes y los alemanes muy listos, o mucho me temo que el asunto se reduce a una mera cuestión de mala suerte, errores involuntarios, falta de imaginación a la hora de reformar reglas de juego que favorecen a los defensores y reticencias patológicas a recurrir al video en los estadios. En fin. Supongo que es comprensible que se considere una cuestión de Estado el que los malditos roedores de Corea se llevaran el gato al agua, malogrando la oportunidad de que España se alce por fin como un solo hombre. Y que lo sería que se organizase con Italia y Portugal un “torneo de los agraviados” o que se rompieran las relaciones diplomáticas con Egipto, Uganda y Trinidad y Tobago. A nuestro orgullo patrio, huérfano de otros estímulos, le va a costar sobreponerse a la tragedia y aguardar pacientemente hasta el 2006... para volver a ganar en Roland Garros.
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Referencias y contextualización La selección española de fútbol, como es tradición fue eliminada en cuartos de final en el Mundial de Corea del Sur y Japón. Después de pasar la primera fase con tres victorias (una de ellas ante Sudáfrica) y erigirse en una de las principales candidatas al triunfo final (por el equipo y los previsibles cruces que se iba a encontrar en las eliminatorias), España fue derrotada en los penaltis por la anfitriona, Corea del Sur. El partido, arbitrado por un egipcio secundado en las bandas por un linier de Uganda y otro de Trinidad y Tobago, fue muy polémico por los dos goles anulados injustamente a nuestra selección: uno al pitar el colegiado saque de puerta tras un centro de Joaquín desde al menos treinta centímetros dentro del campo y otro por inexistente fuera de juego de Luis Enrique. En la liguilla, Corea del Sur había apeado a Portugal, y en octavos de final a Italia, en otros dos partidos en los que la favorecieron los errores arbitrales, de tal modo que la prensa deportiva de estos países denunció un supuesto amaño de la FIFA y la organización coreana. Sin embargo, Japón, el otro anfitrión, no pasó de octavos, y en semifinales Corea del Sur fue eliminada por Alemania. En 1994, 1998 y 2002 (los años en los que tocaba Mundial de fútbol), tres tenistas españoles (Sergi Bruguera, Carlos Moyá y Juan Carlos Ferrero) ganaron el torneo de Roland Garros. Una de las pruebas por las que la opinión pública norteamericana atribuyó a Lee Harvey Oswald el asesinato de John Kennedy fue una fotografia en la que aparecía blandiendo el fusil Mannlicher-Carcanno con el que se cometió el magnicidio, pero al final se demostró que era un montaje. |
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