30 agosto 2000 |
Este mundo |
Lo de la Asociación de Vecinos Zona Centro (que, para más señas, es la mía) y su presidente Rafael Fuertes empieza a tocar los huevos. Después de su exhibición de prejuicios en San Juan, Fuertes amenazaba hace unos días con “movilizaciones contundentes” contra la dispensa de metadona a cuarenta drogadictos que realiza ACLAD en General Almirante. Su bravuconada no fue a más porque la sede se trasladará en tres meses. Movilizaciones contundentes. ¿Pero qué se ha creído? Alegó que los toxicómanos “intimidan” a los vecinos, aunque no ha habido denuncias ni son de esperar, de día, en pacientes que están en fase de sustitución de la dependencia. Que sería la “puntilla” para el centro, como si el declive de éste no se debiera más a los que tienen dos casas que a los que no tienen ninguna. Que, tras la desaparición de La Esperanza, nos vamos a convertir en “el segundo lugar de esta gente”. Esta gente. Me asusta el concepto de otredad que subyace a esas palabras. Se las podría rodear con un círculo, recortar y depositar fuera de este mundo. En realidad, todo se reduce a pensarles ajenos, degradados, de otra especie animal. Entonces, uno podrá decir “es por su bien, ya sé en qué se lo van a gastar”, y denegar la limosna sin reparar en que todas las necesidades son igual de necesidad. O podrá olvidar el “por su bien”, y, en lugar de pedir vigilancia policial, oponerse de frente a dar una oportunidad a los que han logrado empezar a aceptarla. O podrá no morirse de vergüenza al mencionar la “intimidación” que producen los pacientes cuando se sientan en el escalón de los portales o de los comercios cerrados, como todos hemos hecho alguna vez. El mismo racismo desprecia las necesidades, las segundas oportunidades y la mera apariencia estética de una especie de otro mundo. ¿Alguna vez habéis probado a soltarles una moneda, mostrarles una sonrisa y hacerles una pregunta? No sólo porque lo estén deseando, sino por una pulsión tan egoísta como la curiosidad, como las ganas de saber más. Por conocer que más allá de la mísera estrechez de nuestro mundo cotidiano existen otras personas, otras miserias, otros anhelos, otras vidas. A mí me parece que sería un lujo para el centro que todas ellas vinieran por aquí a contarnos cosas que no sabemos. ¿Esto es inviable, una utopía? ¿Es tan imposible aprender a mirar de otra manera? Yo qué sé. Mi reino no es de este mundo.
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Referencias y contextualización El presidente de la Asociación de Vecinos de la Zona Centro de Valladolid, Rafael Fuertes, amenazó con "movilizaciones contundentes" si la Asociación Castellano-leonesa de Ayuda al Drogodependiente (ACLAD) no suspendía el dispensario de metadona que había abierto en la céntrica calle General Almirante, con los argumentos que se mencionan en el artículo. Anteriormente, también había manifestado su apoyo al Ayuntamiento tras los graves incidentes que se desencadenaron en la celebración de la fiesta de San Juan (ver artículo "Plantificarás las fiestas"). La progresiva pérdida de pujanza del centro histórico de Valladolid se ha relacionado frecuentemente con la tendencia de las familias acomodadas a trasladarse a las urbanizaciones de chalets adosados de la periferia. El poblado de La Esperanza había sido un barrio muy depauperado de Valladolid, habitado por familias gitanas y convertido en un foco del tráfico de drogas. En estas fechas se estaba procediendo a su desmantelamiento, realojando a sus moradores por diversas zonas de Valladolid. |
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