23 agosto 2000 |
Una antinomia |
Una vez porque hacía calor y otra porque hacía frío. Ni el 3 ni el 4 de agosto. Ni el Instituto Andrés Laguna ni tampoco el Parque del Alcázar. En Segovia nos quedamos sin la Sinfónica de Castilla y León. Pero digo yo que no puede ser tan difícil dar con las condiciones mínimas para una interpretación instrumental decente. Como aficionado a la música sin más pretensiones, puedo asegurar que la mayoría de los que allí estuvimos nos habríamos conformado con un poco de voluntad, de entrega, de ganas de hacerlo bien. Habríamos perdonado el leve embotamiento de los timbres o la pérdida de armónicos, si es que nuestros oídos hubieran llegado a percibirlos. La función de una institución cultural sufragada con dinero de todos no debe ser otra que hacer llegar el arte al pueblo, con dedicación y sin manías elitistas. Los artistas tienen el privilegio de enamorarse de cada una de sus obras profesionales. De hecho, creo que dejan de serlo si no lo hacen, si se convierten en meras máquinas expendedoras de, en este caso, piezas musicales. Claro que podríamos haber ejecutado una chapucilla para calmar el hambre de “cualquier cosa cultural” que sacude a cierta clase de esnobs, de los que seguramente se afectan luego ante la prostitución comercial del arte. Y claro que la mayoría de ellos ni siquiera lo hubiera notado. Pero nosotros sí, movimiento tras movimiento, compás tras compás. Como violín de la orquesta, puedo asegurar que algo en nuestro interior no acepta “cualquier cosa”. Aunque, como criticaba el miércoles Diego Fernández, director del Conservatorio de Valladolid, la cultura ya no signifique nada más que un producto de consumo cuyo cliente siempre cree que tiene razón. Una antinomia es la contradicción irresoluble entre dos principios opuestos que individualmente resultan igual de válidos. En realidad, el mundo está lleno de antinomias, de conflictos entre dos posturas que derivan consecuentemente de dos criterios distintos. El debate, a veces trágico, consiste en que cada una de las partes trata de imponer su premisa a la otra. Por desgracia, rara vez existe una solución lógica, un criterio independiente, un tribunal de apelación de la Verdad con que deslegitimar una de las dos premisas sin presuponer de algún modo la contraria. O sin caer en una supuesta jerarquización universal de los valores que nos creemos con el derecho de no tener que demostrar.
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Referencias y contextualización La Orquesta Sinfónica de Castilla y León se negó a tocar en Segovia por dos veces consecutivas, en un concierto que tenía contratado el 3 de agosto en el Instituto Andrés Laguna y en la fecha y lugar alternativos, que fueron el día siguiente y el Parque del Alcázar. Alegaron que las condiciones climáticas no permitían una buena interpretación y suspendieron el evento, a pesar de las protestas del público. |
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