29 mayo 2002 |
Europe's living a descerebration |
Que Rosa de España no haya ganado Eurovisión no es más que un detalle, un accidente, la enésima muestra de mal gusto con que se desmarca el Azar para estropear nuestras bellas narraciones poéticas. Sí, desde luego que le podemos achacar que, para dar el triunfo a una canción aún más hortera que la nuestra, en un festival que parecía la versión audio de El ataque de los clones y que demostró que el vecinismo en las votaciones nunca tuvo nada que ver con las comprensibles afinidades estéticas, poco le hubiera costado enredar los hilos de la suerte y compensar los desvelos de veinte millones de corazones latinos colgados de su televisor. Habría sido muy hermoso ver cumplidas nuestras sospechas de que toda Europa conectaba con TVE Internacional para seguir Operación Triunfo, de que a Rosa la llovían los contratos para cantar en el Royal Albert Hall, y de que nuestro Celebration sonaría a partir de ahora junto a We are the champions en los grandes eventos deportivos, lo tararearían los primeros ministros de la UE al hacerse las fotos de familia y reemplazaría de una vez por todas al anacrónico Te Deum de Charpentier. Pero eso es secundario. Lo importante es que, a estas alturas, ya nos han metido el gol por la escuadra. La tele y la complicidad de los otros medios han conseguido crear una panda de ídolos a los que sus fans no tendrían que envidiar más que la voz y la fama y, sin embargo, les conceden una mística de ínfulas pseudoartísticas en que enjuagar la amarga y cómoda vulgaridad de su existencia. Sartre decía que, para que la trivialidad más insignificante se convierta en historia, es necesario y suficiente que alguien se ponga a contarla. Pues bien, la televisión es la contadora de historias de nuestro tiempo. Nos ha inutilizado como narradores de nuestra película, como reivindicadores de nuestra excepcionalidad. Ya tiene patente de corso para hacer lo que quiera de nosotros. Ahora, la mayoría de los países europeos han decidido seguir la estela de España, montar su academia y vivir su propia descerebración. No hay salida. Bueno, a menos que un día el sistema descubra expectativas de negocio en algún joven intelectual que se haga famoso, se convierta en modelo y se lleve al otro sexo de calle. ¿Qué pasa? También Aznar ha dicho que el Consejo Europeo necesita un presidente estable, que haya sido jefe de Gobierno y que tenga bigote...
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Referencias y contextualización Rosa López, llamada en algunos medios "Rosa de España", fue la encargada de representarnos en el Festival de Eurovisión 2002, como ganadora final del programa concurso Operación Triunfo. A pesar de las inmensas expectativas generadas en España, que la daban como favorita del festival, Rosa sólo pudo acabar 7ª interpretando la canción Europe's living a celebration. El país vencedor fue Letonia, en un certamen caracterizado por la homogeneidad de las canciones en torno a un estilo pop. El ataque de los clones era el título de la recién estrenada segunda parte de la segunda trilogía de La guerra de las galaxias. El Royal Albert Hall es el teatro y sala de conciertos más famoso de Londres. La canción We are the champions, del grupo Queen, se había generalizado como sintonía de cierre de muchas competiciones deportivas, al acabar el partido o durante la entrega de trofeos. El Te Deum de Marc-Antoine Charpentier (siglo XVII) es la sintonía clásica de Eurovisión. La primera edición de Operación Triunfo fue un éxito sin precedentes en la televisión española. Muchos adolescentes se hicieron fans de los concursantes, que antes del programa no eran nadie y que en la llamada academia en que se desarrollaba el concurso se limitaban a cantar; no componían las canciones. Algunas televisiones europeas empezaban a comprar los derechos para emitir en sus países el bombazo de audiencia español. El jefe del Gobierno español, José María Aznar, acababa de pronunciarse a favor del nombramiento de un presidente estable para la Unión Europea, advirtiendo que sería conveniente que el cargo lo ocupara alguien que tuviera ya la experiencia de una responsabilidad semejante en su país de origen. Aznar ya había anunciado en su primer mandato que no se mantendría en el Gobierno más de dos legislaturas, esto es, después de 2004. |
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