5 junio 2002
La canción de Carla
 

La canción de Carla tiene una melodía triste y se toca con flauta pastoril, allí, a la orilla del lago, con el tronco de un árbol a modo de respaldo. Las notas se suceden como pitidos tímidos que congregan y enternecen a los animalillos del bosque, y luego revolotean mimosas por el aire para tratar de acariciar una eventual fibra sensible en la naturaleza indiferente.

La letra habla sólo de buena voluntad. Evoca esa misteriosa solidaridad de grupo que aún alberga la especie humana, esa insensata susceptibilidad del corazón a la suerte del otro cuya sedimentación ecuménica debamos seguramente al triunfo del cristianismo. Conmueve por su compromiso atropellado, por su belleza inútil, por el voluntarismo inocuo con que se pide un donante al Azar sordomudo y se le intenta propiciar mediante un incremento que no es más que simbólico en el número de candidatos. Sugiere lo bien que estaría el mundo si en el Cielo escuchara alguien digno de la sensibilidad del hombre; susurra que lo único que le sobró al mensaje de Jesús de Nazaret fue en el fondo la idea de Dios.

Y nada más. La canción de Carla es una tonada sencilla. No pretende dividir al rebaño que aguarda unido la sentencia o la clemencia del Destino vengador. No contiene complicadas tramas en las que el poder económico se compincha con el político y el judicial, y éstos, presionados o sobornados, se resisten tenazmente a desmontar las antenas infernales; ni sospecha que los tribunales científicos van prevaricando uno tras otro, entregados a supuestos intereses inconfesables; ni justifica la rebelión del pueblo y la exigencia de dimisiones de cargos públicos como castigo por la misma demostración de inseguridad e ignorancia en la que, en lo que respecta a este tema, hoy por hoy habría incurrido cualquiera. Me temo que, para atinar en el tono y en el contenido, la canción de Carla sólo puede echar la culpa al empedrado.

La enfermedad es un sufrimiento lúgubre, rutinario, despersonalizador, absolutamente falto de heroísmo glorioso y poesía trágica. Incuba un despecho tan intolerable que quien la padece no puede conformarse con responsabilizar al Azar anónimo que no se resiente de nada. Necesitaría, se merecería la válvula de escape de la revolución sangrienta, la revancha de los justos, la personificación de un culpable que tuviera nombre imperialista. Pero la canción de Carla no es una película de Ken Loach.

 

 

Referencias y contextualización

En el colegio Antonio García Quintana, de Valladolid, se habían registrado cuatro casos (al final serían cinco) de enfermedades cancerígenas entre el alumnado. Desde el principio, la Asociación de Padres y gran parte de la opinión pública señalaron como causantes de la anomalía a las antenas de telefonía móvil instaladas en la azotea del edificio. Sin embargo, los sucesivos comités científicos nombrados para emitir un diagnóstico, no fueron capaces de establecer una causalidad directa entre las radiaciones de las antenas y las enfermedades de los niños (la Asociación de Padres les acusó de parciales), y el alcalde, cuya dimisión se pidió repetidas veces, se remitió a sus dictámentes para rechazar las peticiones de retirada de las antenas que le remitían los padres, la oposición y muchos medios de comunicación. Los tribunales tampoco hallaron responsabilidad imputable a nadie, y se llegó a comentar que el poder de las multinacionales que tenía alquilado el ático del colegio había presionado al alcalde y a los jueces para que no retiraran las antenas.

Carla, una de las niñas afectadas de leucemia, entró en un estado terminal este mes, y se montó una campaña para pedir un trasplante de médula ósea específicamente para ella. Las autoridades médicas criticaron por insolidaria la petición de una donación personalizada para un enfermo en concreto, y recordaron que el número de posibles candidatos que se podían conseguir en la ciudad era irrisorio en comparación con el banco de datos universal de que ellas disponían.

La canción de Carla (1995) es una película de Ken Loach que denuncia la connivencia entre las multinacionales y el Gobierno norteamericano en el apoyo a la contra en la guerra civil de Nicaragua.

 

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