1 septiembre 2004
Grúas
 

De buena nos libramos en la Operación Retorno de este año. Otros veranos sólo teníamos que seguir el prudente consejo que da Tráfico para evitar aglomeraciones: «Se recomienda que las salidas se realicen de forma escalonada», con lo que nos bastaba con hacer una cadena telefónica entre todos los españoles, de la A a la Z o por orden de matrícula, y acordar la hora a la que a cada uno le tocaba ponerse en carretera. Pero éste se multiplicaban las advertencias: que si revise los neumáticos, que si respete la distancia de seguridad, que si no se olvide los triángulos luminosos... Y luego encontrarse con los angustiosos letreros de En la vuelta de agosto 2003, tropecientos muertos en accidente… pero al menos tenían grúas. ¡Qué agobio! Con tanta presión, lo normal era ponerse nervioso, encular al de delante o reventar los neumáticos, y pasarse el sábado en el arcén, atrincherado en el vehículo frente al acoso de vándalos y saqueadores y sobrellevando las imprecaciones de la parienta por haberla arruinado del frenazo el esmalte de las uñas. Y estropear una bonita historia de amor por culpa de un viejo coche es una pena.

Casi nadie se había dado cuenta de la importancia de las grúas en nuestras vidas. Bueno, yo sí, porque en mi primer año de conductor me dejé cinco veces el coche aparcado con las luces encendidas, y otras tantas tuvieron que venir a resucitarme la batería. Vamos, que en mi caso la L no significó Learning, como dicen los manuales, ni Leproso, como interpretaban el resto de automovilistas procurando no acercarse demasiado o adelantándome a toda velocidad; en los ojos de mi ángel de la grúa yo leía con perfecta nitidez que aludía a Lerdo.

Hace tres veranos tuve ocasión de comprobar quiénes son los buenos y quiénes los malos en el conflicto felizmente aplazado in extremis: primero, una grúa nos trajo cómodamente a mí y a mi coche después de hacer aguaplanning en los Barrios de Luna, y desde su interior pude avisar del suceso vía sms a las amigas asturianas que había ido a visitar (por el regocijo de su respuesta deduje que me habían entendido que me lo estaba pasando pipa en un parque acuático). Pero pocos días después, mi compañía de seguros, muy marchosa ella, por una ligera percusión me puso nombre de grupo español de rock duro.

Con esas credenciales, y partiendo de que no hay nada en el mundo más sordido que una compañía de seguros, era fácil tomar partido en el litigio. Ahora bien, espero que los gruistas (¿por qué todos los sufijos de persona del castellano se han reducido últimamente a -ista?) no se percaten de que la mecánica de su negocio podría ser exactamente la misma que la de sus oponentes, y nos reclamen con justicia una cuota anual en prevención de la eventual zancadilla del azar en que tengamos que recurrir a ellos.

 

Referencias y contextualización

Unos días antes del último fin de semana de agosto de 2004, el de la Operación Retorno de las vacaciones de verano, las empresas de grúas de toda España se declararon en huelga para exigir de las compañías de seguros un aumento del pago por servicio a sus clientes, que estaba en torno a los 25 euros. Al final, la huelga se desconvocó el viernes a cambio de una promesa de revisar la situación, pero los días precedentes generaron una gran alarma entre los conductores, puesto que, aparte del previsible colapso en la circulación,  ninguna de las dos partes pensaba hacerse responsable en caso de que un coche sufriera una avería, tuviera que quedarse aparcado en el arcén y algún aprovechado lo saqueara o destrozara impunemente.

La Dirección General de Tráfico, como estratagema para disuadir a los conductores que salían de viaje de pisar el acelerador más de lo conveniente, instaló grandes paneles electrónicos a la salida de las grandes ciudades que informaban del número de muertos que se habían producido en la Operación Retorno de 2003.  "Estropear una bonita historia de amor por culpa de un viejo coche" había sido el lema de una divertida campaña publicitaria de una conocida marca de automóviles unos años atrás; en los anuncios de televisión, algún problema mecánico de un vehículo quebraba de forma abrupta y disparatada una escena de seducción entre un chico y una chica. Siniestro Total es un conocido grupo de punk rock gallego y letras radicales y neodadaístas formado en 1981.

 

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