25 agosto 2004 |
Más atribuciones para el Serla |
Suena tan de película que resulta difícil creer que sea una realidad. El Servicio Regional de Relaciones Laborales ha culminado sus primeros cuatro años como mediador beatífico y extrajudicial en los litigios entre obreros y empresarios con un 48% de éxitos, apaciguando los ánimos en 266 conflictos, disuadiendo la convocatoria de 80 huelgas y, en suma, llevando la dicha y la tranquilidad a 5.000 empresas y a los hogares de 100.000 trabajadores. Imaginemos la estampa porque lo merece: la negociación de un convenio colectivo estancada, el interlocutor de la patronal enrocado en la necesidad de congelar los salarios o decidido a abusar de los contratos de prácticas, y en esto que llega Héctor García Arias, director del Serla, sonriente y trajeado, y reclama que se lo dejen todo a él, que dialogará con el indeseable y le convencerá para hallar una solución. “¿Y cómo? ¡Si no hay forma!”. “No os preocupéis. Le haré una oferta que no podrá rechazar”. Nada de eso. Sin recurrir a cabezas de caballo bajo la sábana (que se sepa), el Serla ha desterrado la lucha de clases y nos ha devuelto a los tiempos dorados de los falansterios o los sindicatos verticales, cuando había armonía, simbiosis, suma de fuerzas y cenas de Navidad 365 días al año. Con semejante buen rollo, no es raro que UGT y CCOO quieran aumentar las atribuciones de esta institución providencial más allá de los conflictos globales y de aquéllos en los que la Administración sea parte implicada. Yo iría más lejos; le levantaría un monumento y grabaría en el una leyenda con letras de oro, que bien podría ser “El trabajo os hará libres” si no fuera porque ya está ocupada la patente. Lo que pasa es que la noticia de que dos de cada tres viajeros que visitan la Comunidad pernoctan en casa de un familiar y no invierten en alojamiento nos ha dejado cariacontecidos y bajos de autoestima, pero esta idea genial había que exportarla. Podríamos empezar practicando en Quintanilla de Onésimo: que sea el Serla el que invite a Zapatero en vez de Candidatura Independiente, y veréis cómo Aznar ya tiene compañero para la partida de dominó de este año. Si la cosa funciona, que tercie en Euskadi: un organismo que pone de acuerdo a patronal y sindicatos no tendrá dificultad en convencer a los vascos de que lo que les une es el Estatuto. Luego a Nayaf, donde el Serla mostraría a yanquis y chiíes que, estando unos deseando matar y los otros deseando morir, no hay motivo para que se lleven tan mal. Y así sucesivamente en todos los entuertos… menos en uno. Por favor, que que ni se le ocurra interceder cuando los turistas que vengan se peleen con la suegra. |
Referencias y contextualización "Le haré una oferta que no podrá rechazar" es la famosa frase que tanto Vito como Michael Corleone repiten periódicamente en las tres películas de la saga de El padrino de Francis Ford Coppola cuando anuncian que van a apretar las tuercas a algún hombre de negocios que parece no querer transigir con lo que los Corleone requieren de él. El primer ejemplo es la cabeza ensangrentada de su caballo favorito que un matón de los Corleone consiguen meterle en la cama a un productor de Hollywood que no quiere dar el papel protagonista de su película a un mediocre cantante que, sin embargo, es un protegido de la Familia. El falansterio fue un experimento del socialista utópico |
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