1 diciembre 2004
La bestia negra de la partitocracia
 

Al sistema de partidos no le asustan ni los hippies ni los neonazis, ni los artistas ni los terroristas, ni los sindicatos ni las asociaciones de vecinos. Se apodera de todos y los instala como figuras exóticas en alguna estantería de la sala de exposiciones del Congreso, para luego enseñárselas a los niños en las visitas escolares justo después de los agujeros de bala del techo y antes de cederles el estrado y los escaños para que aprueben unas mociones quiméricas de paz e igualdad mientras los diputados se parten de risa.

Lo que le toca los cojones a la partitocracia es el transfuguismo. De repente, a un listo impulsado por el rencor, la ambición o la egolatría le da por hacer de agente doble y se van al traste las aritméticas parlamentarias que tanto talante y tanta carta de recomendación han costado construir. Unas veces, del río revuelto saca ganancia el pescador A y otras el pescador B, y claro, como a alcaldía regalada no le mires el pacto, se ve obligado a hacer verdadera ingeniería verbal para catalogar al tránsfuga como un independiente, un sabio que ha rectificado o la mismísima encarnación del espíritu del grupo político que injustamente le aborrece. Pero no nos equivoquemos: en el fondo, a los cuadros de los partidos no les gustan estos obsequios que sólo benefician a los mandos intermedios. Sufren de mala conciencia, añoran un mérito propio del que poder enorgullecerse, tienen que rendir demasiadas explicaciones y, sobre todo, saben que la próxima vez les puede tocar a ellos.

Aunque, sobre todo, el fenómeno les vuelve locos porque se parece bastante a lo que debería ser la mecánica normal en una verdadera democracia con listas abiertas y sin disciplina de partido, donde cada iniciativa legislativa requiriera una nueva negociación con todo el mundo desde cero y los diputados tuvieran entidad individual y no la de un simple resto de los cocientes de D ’Hont. Si yo fuera parlamentario (no lo permita Dios), el único papel por debajo de la secretaría general que no me resultaría humillante sería el de tránsfuga.

Lo mejor del bochorno de León ha sido que ha coincidido cronológicamente con Intur y, ya metido en la tarea de explotar las posibilidades turísticas de la comunidad, el PP sugirió que se instituyera una comisión de investigación en las Cortes. Como el PSOE dijo que vale, no hay ninguna razón para que la propuesta se retire y nos quedemos sin una atracción tan rural como la de ver a sus señorías regionales aclarar en comparecencias de once horas quién engañó, quién manipuló y quién intentó que el testigo mantuviera la boca cerrada.

 

 

Referencias y contextualización

El lunes 22 de noviembre, el PP de León llegó a un acuerdo con José María Rodríguez de Francisco y Covadonga Soto, los dos ex concejales de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) que se habían escindido de su partido en el mes de junio, para presentar una moción de censura contra el alcalde socialista Francisco Fernández. Los doce concejales del PP más los de Rodríguez de Francisco y Soto garantizaban que la moción iba a prosperar. Hasta entonces, Fernández se había mantenido en el poder con los diez concejales del PSOE coaligados con los otros tres representantes de UPL. De Francisco, un político leonesista muy polémico durante toda su carrera, declaró además a la Cadena COPE que el PSOE había tratado de comprar su abstención ofreciéndole un retiro dorado con un puesto no especificado en la empresa agroalimentaria Ebro Puleva y un sueldo anual de 150.000 euros. El martes 30, el alcalde Fernández reconocía haber hecho gestiones para encontrarle un trabajo a De Francisco, pero alegó que lo había hecho a petición de éste y como un favor de amigo ante su previsible salida de la política. Por su parte, José Manuel Fernández Norniella, presidente de Ebro, declaró a la Cadena SER que Rodríguez de Francisco había solicitado personalmente una plaza en la empresa al haber constatado el fracaso de su proyecto político, y negó haber recibido presiones de ningún grupo político.

Desde entonces hasta la fecha de publicación de este artículo, PP y PSOE se habían enzarzado en un continuo cruce de reproches. Los socialistas acusaban al PP de no respetar el Pacto Antitranfuguismo firmado a propuesta de Mariano Rajoy en 1998, que consistía en el compromiso mutuo de los dos grandes partidos de no aprovecharse de estas prácticas. El PP, por su parte, además de pedir explicaciones por el intento de soborno denunciado por Rodríguez de Francisco, contestaba que ni él ni Covadonga de Soto eran propiamente tránsfugas, porque era la UPL la que les había expulsado cuatro meses antes. Mariano Amilivia, el candidato del partido a la alcaldía y por tanto el gran favorecido por el previsible éxito de la moción de censura el próximo 3 de diciembre, llegó a esgrimir que no se podía hablar de transfuguismo en el caso de Rodríguez de Francisco, puesto que él era en sí la UPL (fue el fundador del partido y uno de sus principales líderes hasta su marcha). Además, el PP alegaba que el PSOE no había hecho ascos al voto de los dos tránsfugas en los plenos cuando éste les había favorecido. Francisco Fernández contestaba que hasta ahora no habían sido tránsfugas, sino concejales que, después de separarse de su partido, seguían teniendo derecho a votar en los plenos. En julio, sin embargo, todos los partidos habían votado a favor de que se restringieran las comparecencias y retribuciones de los dos leonesistas que habían abandonado la UPL.

La Ley D' Hont es la ley electoral vigente en España, y otorga a los partidos los representantes en juego en cada circunscripción dividiendo el número total de votos alcanzados por cada uno de ellos entre 1, 2, 3 y así hasta el número total de escaños a distribuir. Los mayores cocientes son los que obtienen esos representantes.

Entre el 25 y el 28 de noviembre, se celebró en el Recinto Ferial de Valladolid la VIII edición de la Feria Internacional de Turismo Rural (Intur), que pretendía mostrar los atractivos culturales y turísticos que ofrecería en 2005 la comunidad de Castilla y León.

El lunes 30 de noviembre, el ex presidente del Gobierno José María Aznar había comparecido durante once horas ante la Comisión de Investigación parlamentaria sobre el 11-M. Algunos de los temas de debate social y mediático más intrincados en relación con ellos eran si el Gobierno de Aznar había mentido sobre la información de que disponía acerca de la autoría de los atentados en los días previos a las elecciones del 14-M, si los medios afines al PSOE habían manipulado a la opinión pública creando la sensación de que así había sido y, finalmente, si los socialistas tenían algún motivo oculto por el que impedir de forma sistemática la comparecencia en la Comisión de algunos testigos cruciales como Rafá Zouhier, Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro Castro.

 

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