28 mayo 2008
La discriminación del striptease
 

No hay mucho que discutir sobre la denuncia de los padres de las siete alumnas del colegio salmantino de Maristas a quienes se denegó la renovación por ejecutar la coreografía de The Full Monty, cuando a las otras tres chicas y los siete chicos que las acompañaron se les ha permitido seguir estudiando. La discriminación es tan obvia y está tan documentada, al explicitarse en la circular el motivo de la expulsión, que el juez no puede hacer otra cosa que obligar al centro a readmitirlas.

Más llamativo es que echen a alguien del colegio por hacer un striptease y a la gente no le parezca inmediatamente demencial. Lo habría sido aunque se hubiera expulsado al grupo entero. ¿Se puede saber qué tiene de malo una cosa tan inocente? ¿En qué es distinto un striptease de un número de ballet o una obra de teatro, donde, por cierto, los protagonistas también se quedan a veces ligeros de ropa? ¿Es objetivamente peor la emoción o el placer que suscita en los espectadores? Si la demanda atacara por ahí, el Derecho, aséptico, no podría definirle como una actividad más reprochable o inapropiada que cualquier otra.

A la vista de sucesos como el de Salamanca, no parecen tan descabellados esos folletos financiados con dinero público que enseñan a los menores que el erotismo está ahí para disfrutarlo por sí mismo, sin más restricciones que la prevención de enfermedades y embarazos. Quienes los critican como un intolerable intento de pervertir a los niños no comprenden que la única perversión, en todos los sentidos de la palabra, es la mentalidad que transforma el sexo en algo sórdido y punible. No es superfluo recordarlo cuando hasta los no creyentes la tienen tan interiorizada que, seguramente, les irritará más la discriminación contra las chicas que la discriminación contra el juego sensual.

El error de marketing más clamoroso de la Iglesia ha sido no presentar el sexo como un regalo incondicional de Dios al hombre, fruto y prueba de su amor infinito; se alaba al Señor por la belleza de la naturaleza y otros placeres, y casualmente el más atractivo y gratuito de todos es, si se busca por sí solo, una tentación del Demonio. Sin duda, cada cual es libre de montarse las paranoias que le plazcan, pero, si la Iglesia renuncia a su mejor baza de proselitismo, al menos que admita que no tiene ni idea de qué le parece bien o mal a Dios y deje a los adolescentes disfrutar, siquiera, de la leve y dulce sugestión del morbo.

 

 

Referencias y contextualización

El viernes 30 iba a tener lugar la vista previa de la demanda cursada por los padres de siete alumnas del colegio Maristas Champagnat, a quienes no se les renovó la matrícula por haber realizado la coreografía del striptease de la película The Full Monty en las fiestas del centro. Una crónica de los hechos puede leerse aquí.

 

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