4 junio 2008
El nuevo Rajoy
 

El enfoque que Rajoy quiere imprimir al PP en esta legislatura, y por tanto el que da contenido a su candidatura al congreso del partido, quedó delineado más clara y (así dijo) sinceramente que nunca en su discurso del sábado en Valladolid. Más allá de los titulares a los que los periodistas por falta de espacio y los lectores por falta de tiempo y autoexigencia intelectual reducen los mensajes, el suyo precisó con bastante nitidez las continuidades e inflexiones que se propone.

La premisa de partida se compone de los dos objetivos que enumeró. El primero, defender las ideas y los principios de siempre; que se le acuse de traicionarlos es, dijo, lo único que no va a permitir. Por su discurso desfilaron los temas y estribillos en los que cree que le conviene insistir, a pesar de la derrota: los problemas “reales” de los ciudadanos, el “sentido común”, la economía, la educación, la nación, el Estatut, Ibarretxe, ETA y el consenso de 1978. Cabe apunta que la realidad demuestra que cuando un componente de éste, como la ley electoral, se ve inoportuno, el citado consenso ya no resulta tan sagrado e inamovible, pero no parece que Rajoy mintiera cuando aseguró que es el mismo de antes.

Ahora bien, el otro objetivo, “muy importante”, es sumar votos. Su electorado, subrayó, quiere que el PP defienda sus ideas, pero también que pueda gobernar y llevarlas a cabo. ¿Y cómo hacerlo, si el programa es prácticamente igual? Pues porque, aunque Rajoy presumiera de haber hecho una buena oposición, sabe que eso no es cierto. La enmendó al decir que el PP ha de “hablar con todo el mundo”, que no tendría “ningún crédito” si critica al Gobierno allí donde coinciden y, aún más revelador, que debe “juzgar hechos” y no “intenciones que nunca se sabe si se van a plasmar”. Hace dos años escribí que, anunciando la tragedia (España-se-rompe, proceso-de-rendición; diagnósticos, por cierto, carentes de realismo y comprensión de los intereses del PSOE), el PP se inhabilitaba para criticar todo lo que no llegara a tanto. Pues bien, parece que Rajoy ha terminado concluyendo lo mismo.

De aquéllos que, “más fuera del partido”, le instan a persistir en el error táctico, es de quienes no admite instrucciones ni dependencias. Él apela a los compromisarios, entre los que tiene mayoría (también en nuestra región, aunque fuentes informadas me comentan que, junto a Madrid, es la única donde Aguirre cuenta con apoyos numerosos), y confía en que el deterioro económico disimule el de su imagen personal tras dos derrotas. Parece difícil, pero, si así sucediera, a Rajoy le daría igual que Losantos se arrepienta de los votos que le haya podido aportar. Sabe de sobra que son muchos más los que le ha quitado.

 

 

Referencias y contextualización

El sábado 21, en un acto organizado el Valladolid al que acudieron las direcciones del PP en todas las comunidades autónomas salvo Madrid y el País Vasco, su presidente Mariano Rajoy pronunció un discurso en el que reiteró su intención de presentar su candidatura al congreso del partido que se iba a celebrar a finales de mes en Valencia y expuso su doctrina y objetivos fundamentales. El discurso completo puede leerse aquí. Un artículo anterior sobre la disyuntiva ante la que se veía el PP tras perder las elecciones generales de marzo de 2008, y que prefigura bastante bien la actitud de Rajoy en este mitin, es "El PP, empresario o cruzado". El artículo de dos años antes al que se alude en éste es "Una estupidez, no una tragedia". Otro artículo más extenso sobre la influencia del periodista Federico Jiménez Losantos sobre la, a juicio del autor, errónea estrategia de oposición del PP, es "El mejor lacayo del Gobierno", publicado en Periodista Digital..

 

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