24 mayo 2000 |
La feria |
El otro día, a mi ímpetu un tanto bobalicón de recién llegado le dio por disfrazarme de explorador y conducirme a la feria (este año rebautizada solemnemente como Foro) del Empleo y la Formación Labora 2000. Al margen de los más o menos previsibles discursos institucionales, el primer pabellón de expositores me sorprendió con un ambiente juvenil y festivo, que chocaba bastante con los datos que había leído en estas páginas, acerca de que las 41.000 demandas de empleo gestionadas por el Servicio Regional de Colocación en 1999 se habían traducido finalmente en 496 contrataciones, el 14% de los puestos ofertados. Una amable señorita me explicó que el resto no se había materializado por la falta de un candidato adecuado o incluso por la renuncia de los propios solicitantes, y yo me quedé sin argumentos con los que demostrar que no me salían las cuentas. Mi confusión no afectó al buen rollo de la gente, atizado por la eficacia de los del módulo de Animación, que, con sus voces, sus juegos y su música, a la vez informaban de su profesión que contagiaban al personal del júbilo que se presupone a una feria. Terminé por averiguar que tal clima se debía a que me encontraba en el pabellón dedicado a los cursos de formación, y que la riada de público era mayoritariamente de grupos de adolescentes que se acercaban a curiosear y a saludar a sus amigas, las deliciosas chavalas de FP que, rebosantes de dulzura y buenas intenciones (“pues estamos aquí para ofrecerles a los chicos de instituto una salida alternativa a la carrera”), atendían los diferentes stands . Quizá algún día consigan persuadir a la generación que rige esta sociedad de que, en la novela picaresca del siglo XXI, los hidalgos escuálidos y cetrinos pero aun así altaneros, orgullosos de su título y prepotentes hacia el trabajo manual, seremos sus hijos licenciados. Por desgracia, el tránsito del pabellón de la formación al del empleo era una puerta sobrevaloradamente ancha. La fiesta decayó de súbito, e incluso las azafatas de los expositores de las empresas asistentes presentaban un gesto trémulo de pudor mientras me respondían que sí, que se podía dejar el currículum. En mitad de mi decepcionado reencuentro con la realidad, únicamente el set de la compañía Airtel me recordó el sentido del humor aún latente en la feria, con el lustroso panel que enumeraba sus beneficios sociales presidiendo la estancia.
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Referencias y contextualización El Foro del Empleo y la Formación Labora 2000 se celebró en la Feria de Muestras de Valladolid y constaba de dos naves separadas: la primera daba cuenta de los cursos de formación organizados por instituciones o empresas y la segunda, supuestamente, debía servir para establecer contactos laborales. La semana anterior, la empresa Golden Line, subcontrata de Airtel, había efectuado un reajuste de plantilla despidiendo a doscientos trabajadores.
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