31 mayo 2000
Tiranía del mensajero
 

 

“Ciertos mensajes son triturados cuando pasan por los medios de comunicación”.

Hace justo una semana, me tocó hacer de comparsa a la brillante sentencia de José Jiménez Lozano que me contemplaba con una sonrisa condescendiente desde la esquina de la página contigua. Debe de ser para mitigar el agravio comparativo por lo que me dispongo en estos momentos a abundar en ella.

Suena alarmante la acusación de que nuestra ventana a la realidad no es fiable ni transparente en todos los casos. De niño, me preguntaba si había que saberlo todo para poder erigirse en portavoz de cualquier eventual protagonista de una noticia, ya fuera éste un astrofísico, un poeta o un hombre de la calle. Hoy, una reformulación un poco más madura me lleva a dudar de que la mecánica del periodismo sea capaz de agotar todas las variantes de verdad, todas las resonancias de todos los léxicos. No consigo renunciar a los destellos que se insinúan más allá de lo que los periódicos (y nuestros esquemas mentales configurados por su lectura diaria) consideran noticia, ni tampoco creerme que los relámpagos de vida que sí tienen licencia para pasar por la imprenta se puedan perfilar en un titular, una entradilla y cinco uves dobles.

Nuestra visión del mundo está esclavizada por una metodología profesional concreta, una convención que para nada es consecuencia directa e inequívoca de la verdad que trata de registrar. Aspiramos a atrapar la vida con una red cuadriculada que tendemos a través de la corriente, y, cuando la izamos con los restos de peces y ramas engarzados en la urdimbre, decimos: “esto es el río”.

En la escena final de El show de Truman, el protagonista golpea con los nudillos el sólido límite de conocimiento que ha impuesto a su mente la emisora de televisión que controla su vida. El Gran Hermano (el original, el de Orwell, el del electroencefalograma con relieves) consigue abortar toda posibilidad de pensamiento alternativo mediante la eliminación de las palabras que podían expresarlo, darlo forma cabal. ¿Tenemos hoy alguna oportunidad de pensar otra realidad que la que es considerada realidad por la prensa?

Quizá sea ésa la función de los columnistas, la asamblea de privilegiados a los que se permite tener una voz libre de los cánones periodísticos. Lástima que nuestra única forma de abordar la verdad escurridiza sea echando al río la no menos caprichosa red de uno mismo.

 

 

 

Referencias y contextualización

Las 5W clásicas del periodismo (what, who, where, when, why) son los ingredientes indispensables de la información que, según los cánones, debe contener toda noticia.

Gran Hermano, el famoso reality show de Tele 5 consistente en el seguimiento mediante un despliegue de cámaras más o menos ocultas de la vida cotidiana en el interior de una casa en la que son encerrados los concursantes durante varios meses, vivía por estas fechas su primera edición.

 

 

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