23 julio 2003
La fijación por la limpieza y el esplendor
 

La cultura se toma la revancha. Después de años de olvido de la Junta y siglos de persecución a manos de todo poder político que hubiera o hubiese, hete aquí que llegan los paladines del idioma dispuestos a blandir el tocho de Gramática y emprenderla a mamporros con los jerifaltes que, a fuerza de luchar por las infraestructuras ésas que siempre llegan de fuera, descuiden la riqueza más principal de esta tierra y se pongan a farfullar en una suerte de Spanglish o Deutspanisch o en una amalgama de castellano y japonés que confieso no atisbar con qué compuesto se nombraría.

No sé yo. Si sólo fuera por buscarles las cosquillas, devanarles los sesos o tocarles un poco las pelotas a los ilustres junteros, siempre solícitos para satisfacer la imagen a la vez erudita, deportiva y campechana que los votantes esperan de ellos, pues pase. Pero la obsesión por el cuidado del idioma lleva demasiado tiempo en actitud rampante como para no temer que aspire, una vez más, a cuadrar lo incuadriculable.

Qué fijación por la limpieza. Cuando, paradójicamente, durante el reinado de Alfonso X, el tótem que el Instituto de la Lengua ha escogido para patronear la comisión de tirones de oreja a los políticos malhablados, el castellano estaba en plena ebullición: las preposiciones se alternaban con los casos latinos, las oclusivas sordas se sonorizaban, se formaban los diptongos, se perdían las sílabas átonas, se introducían préstamos árabes... Toda una serie de tropelías fónicas, morfológicas, sintácticas y semánticas en los oscuros orígenes de un Instituto que, de no ser por ellas, hoy tendría su sede en Roma.

Últimamente, la Academia se ha democratizado y acepta que la lengua es del pueblo y ella sólo constata su evolución. Pero esa asunción descarta por principio todo normativismo en forma de reglas o restricciones. No son dos directrices compatibles; no hay un camino intermedio ni en cuanto a la ortografía, ni en cuanto a los extranjerismos, ni en cuanto a los usos parlamentarios. La mayor o menor corrección del habla o la escritura nos informa del nivel de lecturas del hablante, de si ha tenido ocasión de absorber el registro culto del castellano por pura memoria visual, pero, en todo caso, el idioma continuará evolucionando al paso de las alteraciones en la lengua popular. Siempre lo ha hecho y seguirá haciéndolo. Y no por eso dejaremos de entendernos, nos volveremos guarretes o perderemos esplendor

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Referencias y contextualización

El 18 de julio de 2003, el director del Instituto de la Lengua de Castilla y León, Gonzalo Santonja, y el presidente de las Cortes regionales, José Manuel Fernández Santiago, acordaron instituir la Comisión Alfonso X para vigilar el correcto uso del castellano en todos los documentos expedidos por el órgano legislativo autonómico.

 

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