11 octubre 2006
León de la Riva por Cartier-Bresson
 

Henri Cartier-Bresson vino a Valladolid un día más tarde de lo debido. Si hubiera llegado el jueves, no habría desaprovechado la ocasión de capturar con su Leica el “instante decisivo” de Javier León de la Riva, y habría añadido la imagen del alcalde a su nutrida galería de retratos de los personajes más relevantes del siglo.

El ideal de Cartier-Bresson consistía en captar ese “instante decisivo”; la escena que, sin preparación previa, ilumina de repente, como surgida de la conciencia interior de la vida, el carácter de un personaje o el significado de un acontecimiento. Entusiasta del surrealismo, el artista francés consideraba dicho momento el equivalente visual de una reveladora asociación de ideas en el diván del psicoanalista o de un sueño que condensara las claves de la personalidad del paciente.

En la Plaza de la Libertad, Javier León de la Riva ofreció en sólo unos segundos un compendio de las luces y sombras más contrastadas de su carácter. Entre las primeras, su indiscutible valentía, de la que ha hecho gala muchas veces enfrentándose a los cargos nacionales y regionales de su partido en defensa de lo que creía que convenía a Valladolid, y también sometiéndose por propia voluntad a las críticas y vituperios de los concejos vecinales. A este respecto, no procede poner en entredicho el valor del alcalde alegando que iba rodeado de guardaespaldas: también lo iba de periodistas y cámaras que hacían inviable una represión violenta y habrían limitado el altercado a un rifirrafe verbal de igual a igual con alambrada por medio, si los dos izquierdistas no hubieran salido corriendo. Sin embargo, dicha luz lleva aparejada su sombra, que es que se ha creído este mérito con tal agrado que en ocasiones como la del jueves lo lleva hasta el extremo del engreimiento y la suficiencia.

Por otro lado, su reacción al abordaje de dos descerebrados incapaces siquiera de comprender el significado del calificativo que le dedicaron corrobora que Javier León se implica en su tarea y le duele que se la afeen con tanta simpleza y carencia de argumentos. Pero, a su vez, este compromiso se desvirtúa en la visceralidad que le hizo responder con la misma moneda. Y no tanto por su contrainsulto (es hora de que empecemos a quitar importancia a los insultos, que sólo ofenden a los niños y en el fondo no significan nada), sino porque igualó los prejuicios ignorantes de los dos jovenzuelos con esa repugnancia clasista que exhibió hacia su “aspecto”, con su aprensión mojigata hacia las drogas blandas que se les decomisó y, sobre todo, con la presunción gratuita de que “éstos son los que están en la plaza de Cantarranas”.

Supongo que Cartier-Bresson habría retratado el “instante decisivo” de León de la Riva buscando una composición geométrica con la alambrada para realzar el carácter de denuncia que atribuía a su sempiterno blanco y negro. Yo no llegaré a adoptar semejante sesgo. Sólo le suplico que ponga en duda por un momento su creencia preconcebida de lo que se esconde en Cantarranas.

 

 

Referencias y contextualización

El jueves 5, cuando el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, del Partido Popular, paseaba con unos periodistas por las obras que se estaban realizando en el entorno de la Catedral, dos jóvenes izquierdistas le gritaron "fascista" desde el otro lado de la alambrada. Cuando León de la Riva se encaró con ellos, aquéllos salieron corriendo, y las cámaras captaron al alcalde jactándose de cómo huían "estos valientes" y musitando "hijos de puta".

En los días siguientes, en algunos foros de Internet se vertieron comentarios que resaltaban que León de la Riva iba con guardaespaldas y que por eso había podido hacer huir a los que le habían insultado. Éstos fueron detenidos poco después y se les incautó una navaja y una pequeña cantidad de droga, lo que permitió al alcalde afirmar después ante los periodistas que sus asaltantes no eran tan inofensivos, comentar su "aspecto" y sentenciar: "Éstos son los que están en la Plaza de Cantarranas", la zona de marcha de Valladolid más frecuentada por los jóvenes de tendencia izquierdista.

Al día siguiente, el Museo de San Benito inauguró una exposición sobre la obra temprana del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson.

 

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