27 julio 2005
Libertad, seguridad, Estado
 

El repunte en la tensión entre Occidente y el islam que se palpa desde los atentados de Londres salpica a los castellanos y leoneses al menos en dos de sus efectos colaterales: la actitud hacia los inmigrantes y la vigilancia policial del teléfono y el correo electrónico. Sobre el primero, que se corresponde con el vicio tradicional de la derecha de concebirlo todo como una lucha entre dos frentes monolíticos en la que o estás conmigo o estás contra mí, peroraba mi artículo de la semana pasada. Desde tal premisa maniquea, que acaba de exhibir en toda su plenitud el presidente del Consejo General del Poder Judicial, el objetivo de la seguridad justifica que los musulmanes queden definidos no como individuos con personalidad propia sino por su pertenencia a un grupo étnico y cultural. A veces, esa simplificación llega a provocar que a un mestizo le peguen cinco tiros preventivos y la cosa quede como un desgraciado incidente sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.

Contra el segundo se levantó el simétrico vicio tradicional de la izquierda de sacralizar las libertades hasta hacerlas intocables, un fin en sí mismo en lugar de un medio que contribuya a llevar la felicidad a la mayor parte de la sociedad. Tras el anuncio de Tony Blair, luego refrendado por la UE, de que fiscalizaría las comunicaciones entre los ciudadanos, en España alzaron su voz Llamazares, Jueces por la Democracia y varias asociaciones de internautas. Sostenían todos un idéntico argumento: que la lucha contra el terrorismo no puede justificar un recorte en las libertades básicas.

Sorprende el pánico que siente la izquierda ante un hipotético Estado vigilante y censor a lo Gran Hermano, cuando la gran aversión de George Orwell era precisamente el comunismo, y tanto éste como la socialdemocracia se definen por depositar su confianza en la autoridad política para regular los designios del libre mercado. En el mitificado pero dudoso supuesto de que el Estado mantenga un constante pulso con la sociedad civil y busque reprimirla por todos los medios, no parece probable que lo vaya a hacer entometiéndose en las cartas de amor que se envíen sus ciudadanos.

Hace semanas, el PP también montó el pollo con la detención y posterior liberación de los dos militantes a quienes se acusó de intentar agredir a Bono, pero ése es el funcionamiento normal de los cuerpos de seguridad, y nadie protesta cuando detienen a dos docenas de abertzales y luego, si comprueban que son inocentes, los sueltan. Yo no estaría dispuesto a recibir cinco tiros, pero sí a pasar 72 horas en la cárcel o a ceder momentáneamente mis caprichitos de libertad si la policía me los conculcara por error para evitar un atentado. Quizás pueda sonar como una aberración en una sociedad mediocre en la que ser "demócrata" se ha convertido en el elogio máximo y la autoridad suprema que subordina todo lo demás, pero a mí me parece que el problema del cirujano de hierro no es que sea de hierro, sino que aún no ha nacido el cirujano infalible.

 

 

Referencias y contextualización

El viernes 22 de julio, el joven brasileño Jean Charles de Menezes fue tiroteado por la policía británica ante la sospecha de que se trataba de un musulmán preparado para cometer un atentado suicida en el metro como los del 7-J; después de lamentar el incidente, las autoridades del Reino Unido siguieron justificando que se disparara a matar a todo aquel de quien se sospechara que pudiera cometer actos de este tipo. En el caso de Menezes, la policía le había seguido y, horas antes de que se conociera el error, había asegurado que su "encuentro" con el sospechoso no había sido casual.. El martes 26.el presidente del Consejo General del Poder Judical, Francisco José Hernando, justificó estos daños colaterales porque, en su opinión, nos encontramos "ante la III Guerra Mundial".

Otra de las medidas tomadas por el Reino Unido tras los atentados del 7-J fue autofacultarse para acceder al registro de mensajes de correo electrónico y de teléfono móvil de los ciudadanos para perseguir a los terroristas. La UE tomó una decisión semejante horas después, lo que generó protestas como las mencionadas en este artículo.

El 22 de enero, en el transcurso de una manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo a la que asistió el ministro de Defensa José Bono, dos militantes del PP fueron detenidos y acusados de haber intentado agredir a éste.Ante la falta de pruebas, terminaron siendo puestos en libertad y el 15 de junio se archivó definitivamente la denuncia.

El "cirujano de hierro", es decir, un gobernante investido de poderes autoritarios, fue la solución que reclamaba el escritor regeneracionista Joaquín Costa para solucionar los males internos de España tras el trauma provocado por el desastre del 98.

 

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