10 agosto 2005
Que vuelva La Barraca
 

Tras una semana nutriéndome de las ubres de la loba del Capitolio, venía dispuesto a reproducir decorados, tomar como percha el ciclo sobre el Neorrealismo italiano de la Cátedra de Cine de la UVA, jugar a ser Vittorio de Sica por un día y dedicarle una oda a ese inmigrante rumano afincado en Serrada que ha logrado la hazaña de inscribirse en los archivos de la Interpol sin necesidad de llamarse Mohamed y sólo por tener en sus antecedentes el robo de una bicicleta.

No pudo ser. Apenas había empezado a dar pedales cuando me enteré de que a los castellanos y leoneses no les gusta nada el cine europeo: así lo asegura un estudio de la SGAE que también nos sitúa como la cuarta comunidad que se sienta menos veces en sus propias salas de butacas. Esto, por sí mismo, no tendría que ser un dato negativo si tenemos en cuenta la calidad de la cartelera, que los Broadway vallisoletanos han desistido de su ciclo veraniego de cine de autor y la escasa fiabilidad de unos interpelados que no valoran los filmes de Hollywood pero acuden a verlos en masa. Sin embargo, como bien es sabido, las encuestas nunca vienen solas, y, al día siguiente, otra del Ministerio de Cultura nos revelaba que tampoco vamos al teatro, ni a la ópera, ni al ballet, ni siquiera a los toros. Regalado acusa de la retirada a las nuevas tecnologías, pero, dado que quienes más bajan la media son las envejecidas zonas rurales, no resulta demasiado creíble apelar a las modernidades, y todavía menos al famoso chiste de que “donde esté una buena corrida…”. Queda intacta, por tanto, la duda existencial. Sin playas, macroconciertos ni parques temáticos, ¿a qué se dedican los castellanos, los leoneses y el conjunto intersección que existe entre ambos a pesar de la UPL?

Arrostrando la ola de calor sin un triste mar en el que zambullirme, pidiéndole desesperadamente al apuntador un final de artículo rápido antes de que me dé un soliloquio, para mejorar nuestras estadísticas dramáticas no se me ocurre otra solución que refundar La Barraca; aquel grupo de universitarios dirigido por Federico García Lorca y apadrinado por Fernando de los Ríos que en tiempos de la República llevaba los clásicos a los pueblos. La prensa de derechas de entonces, que tenía casi tan mala intención como la de ahora, acusaba a los chavales de propagar el ideario republicano por su caladero electoral (olvidando que su repertorio contenía un buen número de autos sacramentales) y al propio Lorca de estuprar a los actores. En fín, casi mejor tener que oír eso que asistir a cómo, en la segunda parte de la encuesta, los mismos que han confesado que nunca van al teatro se permiten añadir peregrinamente que es una actividad a la que hay que ir bien vestido o para la que es muy difícil conseguir entradas.

 

 

Referencias y contextualización

El lunes 8 se conoció que un joven rumano domiciliado en Serrada (Valladolid) que había sido detenido el miércoles anterior estaba siendo buscado por la Interpol por el robo de una bicicleta en su país natal perpetrado en septiembre de 2001. Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948) es una de las obras maestras incuestionables del Neorrealismo italiano. Los cines Broadway de la capital vallisoletana habían programado los últimos veranos un valioso ciclo de cine de autor, pero lo habían cancelado éste. Regalado es columnista de El Mundo-Diario de Valladolid. El chiste al que se alude en el penúltimo párrafo dice: "Donde esté una buena corrida que se quite el fútbol... ¡y los toros!". El partido leonesista Unión del Pueblo Leonés (UPL) acababa de hacer público un escrito en el que afirmaba que Castilla y León no es sino la unión de Castilla la Vieja y León.

 

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