21 abril 2004 |
Los Lakers del balonmano |
Juegan de amarillo, con ribetes de color azul-morado. Sufren en los partidos estáticos, pero cuando corren es un espectáculo verles. Son el equipo más alegre, el más romántico, el capricho de una afición que confunde el deporte con la épica. Constituyen el equivalente en balonmano de lo que fueron en baloncesto Los Angeles Lakers en los 80. Quizás aún les falte un poco de glamour, pero no desmerecen en nada en aquello que llamaban showtime. Confieso que nunca he ido a animarles a nuestros dos particulares Fórum de Los Ángeles, los polideportivos en los que los duendes que tejen las coincidencias han querido que juegue o haya jugado precisamente el club local homónimo. Y sólo un par de veces me les he encontrado de zapping, así que mi experiencia del BM Valladolid se había nutrido hasta ahora únicamente de las palpitantes crónicas de Guillermo Velasco. Las deglutía con un prurito entre escéptico e intrigado, como preguntándome “¿Quiénes serán estos tíos?”, y seguía a través de la distancia idealizadora que opera en la lectura sus anuales batallas imposibles por meterse entre los cuatro ricos del balonmano español, los forcejeos con el Altea por el 5º puesto y las esporádicas campanadas tañidas a costa del Barcelona o de algunos equipos centroeuropeos que sonaban tan temibles como cuando en plena Guerra Fría venían los rusos a disputar el Trofeo Zorrilla. Siempre con la acuciante sensación de que mal podía ejercer de columnista vallisoletano alguien que nunca había dedicado un artículo a uno de los mitos del deporte local. El sábado decidí ver entero el partido de ida de la final de la Recopa. Descubrí cómo se las arregla Byron Fis para abrir las defensas desde la distancia, por qué las intercepciones de Armand Cooper sirven al equipo para amartillar el contraataque, la elegancia con la que Chema Worthy y James Rentero hacen de estiletes en las transiciones rápidas, la sobria efectividad que obtienen de su envergadura A.C. Milinovic y Kareem Abdul Garabaya, y el liderazgo creativo de Raúl Magic González. Si el periodista de TVE encargado de meter el micrófono en los tiempos muertos hubiera tenido más puntería, a lo mejor habría podido degustar por mí mismo las dotes estratégicas y psicológicas que alaban a Pat Pastor por exprimir al máximo las posibilidades de su equipo. Perdimos por uno, pero no hay nada que temer. Si había una cancha que se les daba bien a los Lakers de los 80, ésa era la de los Trail Blazers… de Portland.
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Referencias y contextualización El Balonmano Valladolid disputó el 17 y el 24 de abril, a doble partido, la final de la Recopa de Europa con el Portland San Antonio de Pamplona. En la ida, disputada en la capital vallisoletana, el Portland venció de uno, y se alzó con el trofeo tras volver a ganar en el encuentro de vuelta. El portero Armand Torrego, el artillero Julio Fis, los centrales Chema Rodríguez, los laterales Dusko Milinovic y Juan Bosco Rentero y el pivote Rubén Garabaya fueron algunos de sus jugadores más destacados. El entrenador era Juan Carlos Pastor. El BM Valladolid disputa sus partidos habitualmente en el Polideportivo Huerta del Rey, aunque en ocasiones excepcionales en las que el club quiera llevar más aficionados a animar al equipo (por ejemplo, esta final) se traslada al Polideportivo Pisuerga, que tiene más aforo. El Fórum Filatélico, primer equipo de baloncesto de la ciudad, disputaba sus partidos en el primero de los pabellones, hasta la inauguración del segundo en 1985. El Trofeo Zorrilla es el torneo veraniego que sirve de presentación al Real Valladolid de fútbol. Guillermo Velasco es el redactor de Diario de Valladolid que sigue habitualmente al equipo de balonmano. El showtime es el nombre con el que se definía el juego rápido y espectacular que practicaban Los Angeles Lakers al final de la década de los 80, con aquel equipo de ensueño en el que militaban Magic Johnson, Kareem Abdul Jabbar, James Worthy, Byron Scott, Michael Cooper y A. C. Green, y que entrenaba Pat Riley. |
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