19 febrero 2003
Lo tenían tan fácil...
 

Lo tenían tan fácil para habernos hecho tragar otra vez con lo que fuera… Un puñado de indicios multinterpretables. El dictador que masacró a los kurdos. Una psicofonía convocando de nuevo al panislamismo. Tres mil mártires inocentes en el atentado más impactante de la Historia. Una vinculación de soslayo con el trauma nacional del terrorismo. Nuestra psicosis, nuestra brutalidad, nuestro racismo; y, sobre todo, nuestra indiferencia, nuestra dejadez, nuestra predisposición a suponer que sus razones tendrán.

Contaban con todo a favor para meternos otro gol por la escuadra. Pero empezaron acuñando un “eje del mal” que movía más a la risa que al pánico, prosiguieron dando por hecho que existe todo lo que no se haya podido probar que no existe, y culminaron su declaración de (des)propósitos con el trazado de la impensable alianza entre los integristas islámicos y un militar nacionalista, que además los combatió en la década de los 80. No han podido ser más torpes.

El sábado, David Revilla y yo discutíamos con dos amigos nuestros, norteamericanos de buen sentido, trato exquisito y credo conservador. No entendían que nos estuviéramos dejando chulear por el sátrapa iraquí. A su parecer, Europa está atontada por la izquierda, pero, en cambio, en ningún momento se les ocurrió sospechar de su propio criterio mientras repetían disparates heredados como que Sadam Hussein mata (no sólo silencia) diariamente a su pueblo, que éste tiene más que perder con él que con 3.000 misiles en los dos primeros días de combate, que Bagdad subvenciona con 50.000 dólares a cada familia palestina de la que surge un terrorista suicida o que fue la ONU la que en 1991 suplicó a Bush padre que dejara en el poder al dictador.

Más grave es que el PP, con el Atlántico mediante, haya asumido de forma tan acrítica unos postulados absurdos, que otorgan trascendencia internacional a un caciquillo que pasa de americanos, palestinos e iraquíes, y sólo pretende, como tantos otros, perpetuarse en el poder. Pero los folletos buzoneados en los últimos días siguen tratando de convencernos con las mismas abstracciones y la misma falta de escrúpulos, sólo comparables a las de los políticos de Washington y las películas de Hollywood. A estas alturas, con la inercia de la opinión pública rabiosamente en contra, lo van a tener mucho más difícil.


 

Referencias y contextualización

El 15 de febrero, millones de personas se manifestaron en España y en todo el mundo contra la inminente invasión de Irak por las tropas de Estados Unidos y sus aliados. Durante un mes, se especuló con la posibilidad de que el peso de la opinión pública hiciera desistir a los gobiernos partidarios de la guerra, aunque el mando militar estadounidense ya había anunciado que en los dos primeros días de la operación lanzaría 3.000 misiles sobre Irak. La gente tomó posición claramente a pesar de las nebulosas pruebas audiovisuales mostradas por el secretario de Estado norteamericano Colin Powell en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak (en último término, ni demostrada ni refutada), del recuerdo del 11-S y la matanza de kurdos perpetrada por Sadam Hussein, de la aparición de una cinta con la supuesta voz de Osama Bin Laden llamando a la unión de los países musulmanes contra la amenaza occidental, de la acuñación por George Bush del término "Eje del mal" para definir a una terna de países (Irak, Irán y Corea del Norte) supuestamente peligrosos para la paz mundial y, en el caso concreto español, de los esfuerzos del Gobierno por vincular la lucha de los EE.UU. contra el terrorismo islámico (en el que implicaba a Sadam, a pesar de la guerra que éste desencadenó entre 1980 y 1988 contra el Irán de Jomeini) con la de España contra ETA. Ante la resistencia de la opinión pública española, el Gobierno envió un folleto a los buzones de todas las familias tratando de explicar los motivos que le habían llevado a apoyar incondicionalmente la política militarista de Bush.

 

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