11 agosto 2004 |
La metamorfosis |
Una mañana, al despertar después de un sueño intranquilo, Goyo descubrió que se había convertido en un horrible fumador. Le zumbaba la cabeza, le hormigueaba la garganta y su boca masticaba el aliento pastoso y pestilente que trepaba sigilosamente desde la tráquea. No se trataba de una alucinación. Su cuarto era el mismo de siempre, pero el aire se había vuelto turbio, estancado; recuerdo de la humareda provocada por la cajetilla entera de cigarrillos con que había tratado de desestresar su jornada de estudio hasta bien entrada la noche. Contempló su cuerpo transformado y comprendió que aquello tenía que ser cosa de tantos meses absorbido por la Anatomía Patológica. “¡Dios mío, qué carrera tan dura he elegido! Seis años madrugando y empollando sin parar, y luego el MIR. Si lo mandara todo al diablo…!” Pero no podía. Los profesores aprovecharían cualquier descuido para pisotearle como a una cucaracha. Mientras aterrizaba en su puesto en el aula, Goyo notó que las sillas contiguas habían quedado vacías. Era un alumno brillante y querido, siempre dispuesto a dejar sus apuntes a los compañeros. Pero esta vez, al llegar el descanso, los bedeles, disfrazados de apicultores, se acercaron a retirar sus papeles y a fumigar la clase. Cuando Goyo hizo ademán de encenderse un pitillo, le comunicaron a una distancia prudencial que la Facultad de Medicina tenía que liderar a la Universidad de Valladolid en la campaña antitabaco. Y que se había habilitado un recinto especial, desprovisto de muebles, para que los bichos como él no encontraran obstáculos cuando el mono les hiciera subirse por las paredes. Durante un tiempo, algún alma caritativa le llevó a la puerta del cuarto ahumado los cafés y los bocatas, aunque allí dentro a Goyo se le quitaba el apetito. Después, la rutina embotó la solidaridad, y tanto profesores como alumnos comenzaron a considerar que la presencia de un engendro que no paraba de toser disuadía a los nuevos universitarios de matricularse en la UVA. El 31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco, tuvo lugar en un ambiente festivo el tradicional intercambio de cigarrillos por chupa-chups. Pero uno de los estudiantes, guiado sin duda por su celo en la preservación de la salud pública, le tiró a Goyo su sucedáneo dando vueltas en el aire como un puñal, con tan mala fortuna que le dejó el palito clavado en un ojo. Un día, la señora de la limpieza halló el cuerpo de Goyo inerte en su celda, de bruces sobre un charco de baba viscosa. “¡Fíjense, ha reventado!”, exclamó. Los estudiantes se encogieron de hombros y corrieron al patio a presenciar la final del Trofeo Decano. |
Referencias y contextualización La Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid acababa de anunciar que daría ejemplo y lideraría al resto de centros de la institución en la campaña antitabaco, prohibiendo fumar en todas las zonas públicas del edificio. Se estaba considerando la posibilidad de habilitar algunas habitaciones especiales para tal fin. Ya en el curso 2003-2004, el 31 de mayo se había celebrado en la facultad el Día Mundial sin Tabaco, con el simbólico canjeo de cigarrillos por chupa-chups. El Trofeo Decano es el conjunto de competiciones deportivas que tienen lugar durante el año entre las clases de una misma facultad. La metamoforsis de Franz Kafka comienza con la frase: "Una mañana, al despertar después de un sueño intranquilo, Gregor Samsa descubrió que se había convertido en un horrible insecto". Lo primero que hace el protagonista, tras confirmar que no está soñando, es achacarlo al ajetreo que le supone el trabajo de viajante, y siente la tentación de dejarlo todo. Después viene el embarazoso encuentro con su familia que, sin embargo, al cabo de un tiempo decide quitarle los muebles de la habitación para no entorpecer la afición que ha cogido Gregor a subirse por las paredes y el techo. Incialmente, su hermana le lleva la comida al cuarto, pero poco a poco la familia se va hartando de la metamorfosis, Gregor ahuyenta a los posibles inquilinos de las habitaciones sobrantes y el padre, en un arrebato, le arroja una manzana que se le queda incrustada en el caparazón dejándole fatalmente malherido. El día que Gregor muere, la señora de la limpieza anuncia: "¡Fíjense, ha reventado!", y la familia, aliviada de lo penoso de la convivencia con el "horrible insecto", se va de picnic. Acerca de los mensajes de advertencia que el Ministerio de Sanidad había ordenado poner en las cajetillas para advertir sobre el peligro que el tabaco entraña para la salud, ver "Fumar mata a sustos". |
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