22 agosto 2007 |
Para algo están las normas |
Seguramente muchos de ustedes habrán sido en alguna ocasión víctimas (no quiero pensar que verdugos) de esa mentalidad tan arraigada entre los funcionarios, los dependientes y otros trabajadores de atención al público que consiste en alegar que las normas son las normas y están para cumplirse. Es una actitud que se nutre a partes iguales de mediocridad, falta de iniciativa, desinterés e incuria, y se traduce en la cómoda práctica de no mover un dedo para solucionar el problema de un ciudadano, cuyo imperdonable delito se limita a haberse retrasado un minuto o haber olvidado un documento pero cuya desorbitada penitencia será no poder presentarse a una convocatoria o perder un avión. Esto fue lo que le sucedió el lunes a Piero, un amigo italiano de mi hermano Borja, en el Aeropuerto de Villanubla. Les cuento. Tras unos días de vacaciones en Valladolid, el chico tenía billete para volver a su país en un avión de Ryanair, una de esas compañías que, culminando el desplome de tarifas que inició Osama Bin Laden, han abierto las puertas del cielo a los jóvenes y, en general, a todas aquellas personas a quienes nos da igual que nos agasajen con aguachirri y nos compensaría volar a buen precio aunque nos llevaran en biplano. Pero héte aquí que Piero creyó que el vuelo salía a las 15:45 en lugar de a las 15:05, y Borja y él se presentaron en Villanubla a las dos y media, cuando se había cerrado la facturación y faltaban para el despegue menos de los 45 minutos de rigor. Quedaba, eso sí, media hora larga y el aparato ni siquiera estaba en la pista, por lo que suplicaron a la chica del mostrador de Ryanair que permitiera a Piero embarcar aunque fuera sin equipaje, dado que en Milán debía enlazar con otro vuelo. Sin embargo, la empleada respondió que eso no entraba en sus competencias sino en las de una compañera suya que ya estaba en el avión. No hizo, por supuesto, el menor intento de comunicarse con ella y, cuando Borja y Piero se acercaron a intentarlo por sí mismos, indicó por señas a la policía que no les dejara pasar. Teniendo en cuenta las dimensiones de Villanubla, Piero habría tenido tiempo de sobra para despedirse con pasión contenida de Humphrey Bogart y luego caminar pausadamente hasta el avión. La explicación que dio la chica es la frase que encabeza este artículo. Y es verdad, para algo están las normas: para organizar la vida en común de la forma más cómoda para todos. El día en que ningún trabajador se atreva a eludir su deber escudándose en que hay que cumplirlas a rajatabla habremos avanzado un buen trecho hacia la responsabilidad cívica.
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Referencias y contextualización La mención de Humphrey Bogart es, obviamente, una alusión al final de Casablanca. |
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