23 abril 2008
Pareja a la carta
 

El que la mujer sea la única hembra de mamífero a la que no se le puede detectar a través del olfato si está sexualmente receptiva es un grave contratiempo, una fuente infinita de inhibiciones, malentendidos, frustraciones e incluso de sonetos, y una mutación contraproducente para la multiplicación de la especie que demuestra que la naturaleza no siempre actúa con sabiduría y a veces lo hace con muy mala leche. Por fortuna, a cambio nos equipó con imaginación para idear iniciativas como la caravana de Riofrío o el portal de búsqueda de parejas match.com, la cibercelestina que frecuentan 19.000 castellanoleoneses.

Cualquier medio que facilite el vicio del fornicio me parece virtuoso y entrañable. Para ser feliz basta con sentirse el protagonista de una historia de amor, y lo que nos jugamos en el empeño es demasiado importante para dejarlo en manos del azar, que nunca se ha caracterizado por el buen gusto y la oportunidad con que le retratan las películas. Además, ninguna de estas estrategia peca más de premeditación y alevosía, y ambas menos de nocturnidad, que cualquier plan de discoteca.

Lo que ya no me parece tan útil es elegir la pareja a la carta, detallando a match.com o a sus homólogos analógicos las características que se requieren en el candidato. Y no ya por la falsedad o indulgencia con que se definan los aspirantes. Es que las parejas no funcionan o fracasan por los grandes temas (carácter, ideas, aficiones), sino por un sinfín de detalles menudos que, o no se nos ocurren, o son inexpresables. Un tipo de risa, una cadencia en el habla, la compatibilidad o incompatibilidad entre dos sentidos del humor. Mi novia dice que, si la noche que nos conocimos me hubiera hecho rellenar un cuestionario, no habría acertado ni una pregunta.

No creo que los polos opuestos se atraigan necesariamente, pero estoy seguro de que los iguales se repelen. Duplicar con la pareja la convivencia de 24 horas al día que toca aguantar con uno mismo sería un esfuerzo digno de ofrecer como sacrificio, y tener al lado a alguien que compitiera con nosotros en nuestras mejores cualidades o en el rol que adoptamos en la vida nos anularía y frustraría como individuos. El yang de nuestro ying, o viceversa, ciertamente puede encarnarse en bastantes personas distintas, pero debe mostrar un perfil minuciosamente modelado de entrantes que nos inviten a ahondar en ellos y salientes que no se nos claven demasiado. Ninguna carta tiene tantos platos y de ningún plato sabemos los condimentos.

 

 

Referencias y contextualización

18.996 ciudadanos de Castilla y León se declararon usuarios del portal de búsqueda de parejas www.match.com, en un informe del que se hizo eco en El Mundo de Castilla y León este reportaje, cuyo despiece se puede leer aquí. Sobre la caravana de mujeres al municipio de Riofrío (Zamora), se puede leer esta crónica.

 

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