9 octubre 2002 |
¡Qué manía con el tranvía! |
Nos las prometíamos tan felices con la supresión de la barrera ferroviaria que divide Valladolid; sentíamos tan insospechadamente cercana la idea de una ciudad moderna y cohesionada, con unos barrios del este revalorizados por su fácil acceso al centro gracias a anchas y rápidas avenidas; intuíamos tan viable el sueño idílico de sufragar las obras con la recalificación del propio suelo emancipado y encima tener margen para caprichitos de grandes parques y ciudades de la comunicación…, cuando de repente IU recuperó la vieja propuesta del tranvía. Construir de cero la infraestructura exclusiva para un medio de transporte lento, crónico y aparatoso como la misma ciudad de Viena; llenar el paisaje urbano de mástiles y cables al socaire de un estandarte ecologista; levantar una nueva muralla psíquica para los ciudadanos y sangrantemente real para la circulación… No sé, chico, no me considero un discípulo ferviente de Marinetti, pero a mí este arrebato nostálgico con dudosas pretensiones turísticas (ni que tuviera previsto surcar el Jardín de las Delicias) no me seduce más que la concesión de una licencia a una compañía de diligencias o la restauración del mítico tren burra. Mal está la izquierda si su proyecto de futuro para Valladolid consiste en rescatar el tranvía. Yo creía que el marxismo tenía una concepción lineal y progresista de la Historia en la cuál el modo de producción capitalista era un eslabón necesario en el camino hacia la sociedad sin clases. Pues bien, el sistema capitalista no se ha hundido aún por sus contradicciones internas, pero no sé cómo reaccionaría el audaz pensador de Tréveris si supiera que en Valladolid van a hundir el icono de la cultura industrial y lo único que se les ocurre a sus pupilos es esta sustitución contrarrevolucionaria. IU quiere trasladar su “filosofía” al urbanismo. Entonces lo entiendo, porque a veces los rojiverdes de hoy tienen unas alternativas a sus fantasmas de la contaminación y la liberalización del suelo que recuerdan más a la pataleta luddista o la desconfianza carlista hacia cualquier progreso técnico que a un plan serio de beneficio colectivo. Espero que el alcalde atienda la reclamación de más viviendas sociales, pero que su reacción ambigua y llena de reparos a la propuesta del tranvía no fuera más que una cortés negativa demorada.
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Referencias y contextualización La llegada del AVE a Valladolid, prevista para 2006, pensaba ser aprovechada por el Ayuntamiento gobernado por Javier León de la Riva para acometer el soterramiento de las vías del tren a su paso por la ciudad, un objetivo latente en Valladolid desde hacía mucho tiempo, ya que las vías suponían una barrera que la dividía en dos. El proyecto del alcalde preveía que la obra requerida para soterrar el ferrocarril fuera sufragada recalificando y poniendo a la venta los terrenos hasta ahora ocupados por las propias vías y los edificios de la estación o de RENFE. También planeaba unir el barrio de las Delicias, situado justo al otro lado de los raíles, con el resto de la ciudad, a través de amplias avenidas, y la creación de un entorno llamado Ciudad de la Comunicación. IU, señalando que quería aplicar su "filosofía" al urbanismo, respaldó otra de las ideas que circulaba intermitentemente por Valladolid, que era la introducción del tranvía (tomando a Viena y otras ciudades centroeuropeas como modelo) y, junto al PSOE, reclamó que los solares no se dejaran al libre arbitrio de las constructoras sino que se las obligara a incluir un 30% de viviendas de protección oficial. León de la Riva reaccionó a la propuesta de IU diciendo que la tendría en consideración, pero que le ofrecía muchas dudas. El tren burra, llamado así por su lentitud, cubrió la línea Valladolid-Medina de Rioseco desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Filippo Marinetti fue el ideólogo de la corriente vanguardista del futurismo. Karl Marx nació en Tréveris. |
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