16 octubre 2002
Archivo invertebrado
 

 

Cada nueva campaña que emprenden los catalanes en pos de los documentos de la Generalitat republicana alojados en el Archivo de Salamanca hace surgir en el castellano de a pie la pregunta, entre incrédula y despechada, de si la Guerra Civil tuvo lugar entre dos regiones y no entre dos bloques ideológicos y sociales.

La respuesta no es tan obvia como parece o, cuando menos, existen motivos para que el catalanismo pueda hacer una reelaboración de los hechos acorde con sus intereses reivindicativos. No ya sólo porque Barcelona fuera el último bastión y capital del Gobierno derrocado, sino porque ni siquiera durante el bienio cedista la Diputación catalana dejó de ser gobernada por ERC. El propio Azaña consideraba a la región mediterránea el “baluarte de las izquierdas en España”.

Mientras tanto, la opinión pública castellana se posicionó con mucha más virulencia ante los pasos de Cataluña hacia su Estatuto de Autonomía que ante la reforma agraria o el intento de golpe de Sanjurjo, concedió un importante respaldo a las JONS que declaraban preferir “una España roja antes que rota”, y Burgos y Salamanca fueron las capitales oficiosas del levantamiento, sedes respectivas de la Junta Técnica del Estado y del Cuartel General de Franco. En los años de la guerra, a los catalanes se les dedicaba con frecuencia el doble insulto de “rojo-separatistas”.

La tradicional ecuación entre Cataluña e izquierda tiende a velar detalles como que también allí el lerrouxista fue el partido más votado en 1933, o las frecuentes desavenencias competenciales entre la Generalitat y el Gobierno Negrín ubicado en Barcelona. Pero de que el unitarismo español fue siempre la vocación mayoritaria de los castellanos da buena muestra la absorción por el bloque nacional del no menos anticatalanista regionalismo incipiente de la cuenca del Duero.

Sólo el secular antagonismo político explica la ridícula radicalización del debate en torno al Archivo de Salamanca. Una simple copia evitaría la disgregación de los documentos a la que apelamos para rechazar su entrega, pero, ochenta años después del ensayo de Ortega, cualquier polémica entre Castilla y Cataluña sigue siendo símbolo de la invertebración de España.

 

 

 

Referencias y contextualización

Por estas fechas, la Generalitat de Catalunya inició una de sus periódicas campañas reclamando la devolución de sus documentos requisados por el Gobierno del general Franco, y que en 1999 fueron incluidos dentro del fondo del Archivo General de la Guerra Civil, que fue instalado en Salamanca. Las autoridades castellanas siempre se oponían a dicha devolución apelando a la necesidad de que todos los documentos estuvieran centralizados y cohesionados para facilitar el trabajo de los historiadores. Sobre este mismo tema, ver "Los documentos". La llegada al poder del PSOE en marzo de 2004, con el apoyo parlamentario del grupo independentista catalán ERC reabrió el debate sobre el Archivo de Salamanca. El nuevo escenario se puede encontrar comentado en "Del talante: del suyo y del nuestro" y "Yo también me habría abstenido", y una metáfora irónica del mismo en "El Archivo Feliz".

José Ortega y Gasset publicó en 1922 su breve ensayo España invertebrada, en el que, entre otras cosas, analizaba el problema de la falta de cohesión entre las regiones de España.

 

 

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