23 agosto 2006
Salud o dinero
 

A pesar de que ésa ha sido una de las imprecaciones más repetidas en las movilizaciones contra la de momento sólo eventual instalación de un almacén de residuos nucleares en Peque, no creo que el alcalde se encuentre ante un dilema entre la salud y la vida, por un lado, y el dinero, por otra. Ni, en todo caso, que incurra en una aberración si finalmente se decanta por éste último.

Confieso mi simpatía hacia todo aquél que emprende iniciativas audaces para mejorar una situación, contraviniendo la inercia de los tópicos asumidos sin mucho criterio por la masa. Pero es que, mientras no se constaten propinillas o prebendas personales bajo cuerda, no cabe acusar al alcalde de ambicionar un dinero que en ningún caso terminará siendo suyo. Más bien, ocurre que los lugareños, como casi todos los españoles, no se creen que una inyección económica al municipio sea indirectamente un beneficio para ellos. Apuesto que, si el Gobierno compensara con gratificaciones directas a cada vecino su disposición a alojar a tan ingrato huésped, la reacción popular habría sido muy distinta. Y que nadie se habría puesto a hacer demagogia con el manido dilema entre dinero y salud.

El dinero tiene muy mala prensa, siempre que uno no se vea favorecido por sus mercedes. Cualquier objetivo nos parece más noble que enriquecerse, y nadie duda un instante al señalar la salud como el valor más importante del trío o póker de parcelas capitales de la vida sobre las que peroran todos los horóscopos. La salud es lo primero, la salud es lo que importa, sí, pero cuando se pregunta a los trabajadores castellanos y leoneses por su trabajo, la mayoría se quejan del contrato y se olvidan de las radiaciones de ordenadores, teléfonos móviles, amianto y demás, mucho más reales que la posibilidad meramente hipotética de un escape en uno de esos recintos perversamente llamados “cementerios nucleares”.

La salud es imprescindible para estar, pero el dinero lo es para vivir. La primera puede verse menoscabada por gran cantidad de achaques, pero sólo son de verdad importantes algunos de ellos, los que implican secuelas graves. El resto se pueden conllevar; sobre todo si, precisamente, se tiene dinero. En cambio, la pobreza siempre es grave y tiene consecuencias, cuesta mucho curarse de ella y, en la lucha, la buena salud no tiene el menor valor como medicina. Por fin, la salud se nos acabará necesariamente algún día, y, no siendo inmortales, la diferencia entre durar 50 años o 100 es una mera anécdota. Vivirlos con dinero o sin él es la única distinción cualitativa y sustancial.

 

 

Referencias y contextualización

El alcalde del municipio zamorano de Peque, Rafael Lobato, del Partido Popular, ofreció el territorio bajo su jurisdicción para alojar el almacén de residuos nucleares de España, tras invitar el Gobierno del Estado a que todos los municipios interesados presentaran su candidatura. La iniciativa de Lobato, que perseguía atraer subvenciones directas, inversiones y puestos de trabajo a una comarca muy depauperada despertó el rechazo inmediato de gran cantidad de sus vecinos, agrupados en una llamada plataforma antinuclear que convocó sucesivas manifestaciones en las que se acusaba al alcalde de anteponer el dinero a la vida y la salud.

Una reciente encuesta entre los trabajadores de Castilla y León sobre sus condiciones de trabajo reveló que la principal preocupación de aquéllos eran los términos del contrato y no los riesgos que el puesto o el entorno entrañaban para su salud.

 

 

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