5 marzo 2008 |
Segundas partes, más de lo mismo |
Cuando en literatura, cine o amor se dice que segundas partes nunca fueron buenas, se suele aludir a que éstas no aportan nada nuevo, sino en el mejor de los casos una reiteración superflua y, en el peor, un pálido reflejo de las primeras. Dado que el otro duelo entre Zapatero y Rajoy distó mucho de ser una obra maestra, el llamado debate decisivo no tenía apenas margen para desmerecerle; pero, desde luego, los dos candidatos repitieron mensajes, coletillas y también vicios como su porfía en enfrascarse en polémicas irrelevantes, léase la intención con que el líder del PP formuló su primera pregunta parlamentaria o la ambivalencia del presidente en relación a la Guerra de Irak. Fue sonrojante que los contendientes dieran tanta importancia en dejar al otro como un mentiroso, cuando ambos han demostrado de sobra que la política se caracteriza precisamente por los continuos cambios estratégicos para adaptarse a las circunstancias. Por lo demás, esta vez Zapatero pareció más solvente en la primera mitad del debate, aunque, en relación a sus propuestas económicas, es dudoso que, habiéndose disparado el petróleo y las materias primas, la culpa de la actual subida de precios la vayan a tener los intermediarios o los distribuidores. En cambio, emplear al Estado como demanda agregada y poner a hacer infraestructuras a los ex trabajadores de la construcción, como en el New Deal (o los fascismos), puede ser más útil para todos y eficaz a corto plazo que situar el gasto público por debajo del crecimiento, propuesta menos inflacionista pero socialmente más injusta. Rajoy mejoró al presionar a Zapatero con ETA y Cataluña, aprovechando que el presidente no puede reconocer ante los vascos que, si permitió a la banda una negociación política, fue únicamente como anzuelo para reducir el número de muertos (y esto no es una instrumentalización del terrorismo sino el fin último de cualquier política en este ámbito), y tampoco desautorizar a un PSC que, no lo olvidemos, no es una sucursal del PSOE sino una fusión de tres agrupaciones socialistas catalanas autónomas que concurren a las elecciones conjuntamente con aquél desde 1979. En cualquier caso, estando la educación y la normativa de comercio transferidas a las comunidades, no sé cómo un PP en el Gobierno podría imponer la enseñanza en castellano o impedir las aberrantes sanciones a unos establecimientos privados que, como tales, no tienen por qué defender una lengua si no lo consideran comercialmente rentable.
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Referencias y contextualización El lunes 3 se celebró el segundo debate electoral en televisión entre los dos principales candidatos a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Una crónica del acontecimiento puede encontrarse aquí. El artículo anterior, "El debate", comenta el primero, y el siguiente, "España se serena", los resultados electorales. |
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