26 julio 2000 |
Selección natural |
Entre Ania, Rodríguez Zapatero y el héroe nacional que el viernes quiso decírselo con flores a Claudia Schiffer, los pucelanos estamos últimamente tan de actualidad que, por fin, podremos dejar de recurrir a los mártires de Las Moreras para reivindicar aquello de que “Valladolid existe”. Los columnistas voraces tenemos la despensa llena, aunque se echa en falta un método eficaz de selección natural que nos permita escoger el tema más rentable sin sentir nostalgia ni pesadumbre por los que se quedan fuera. Deberíamos ser todos neoliberales. Eso es. Discernir lo que vale de lo que no vale, flexibilizar los horarios, instaurar la imparcial ley de la libre competencia y que sobreviva el mejor. Es el camino del progreso, el sino de la evolución. Las gallinas en libertad con el zorro en libertad, decía Raúl Alfonsín. ¿Quién teme hoy en día una rebelión en la granja? No seré yo, desde luego, quien firme cheques en blanco a los dogmas de la izquierda, ni quien denigre una política económica liberal si repercute en que haya ya un número suficiente de españoles que ganan más de tres millones y medio al año y permiten que las rentas inferiores no coticen a Hacienda. Pero el nuevo apriori económico, el de la selección natural, da demasiadas cosas por sentadas. Claro que el domingo será un día propicio para que la familia vaya de tiendas, pero el mayor coste relativo de ese cambio de costumbres va a recaer en los pequeños comerciantes, y los réditos más sustanciosos en los grandes almacenes. Un domingo abierto al mes no incita a la adquisición de un artículo concreto, sino a la reserva de tal día para un maratón de compras, en esos establecimientos que cubren una gama casi completa de productos, que pueden bajar sus precios y que, sobre todo en invierno, seducen a pasear por ellos acariciando nuestra erogenia del consumo. Los otros tres domingos, los que se dan de ventaja al pequeño negocio, no van a servirle apenas para nada. Y sí, seguro que en términos globales se acentúa el crecimiento económico. Pero yo creí que de lo que se trataba ahora era de prevenir los monopolios, de fomentar el ahorro, de restringir la circulación monetaria, de frenar la inflación. En todo caso, antes de exigir a los tenderos que se adapten o mueran, quizás habría que demostrar que cualquier cualidad, cualquier capacidad de reconversión de la persona, dependen de su voluntad en mayor medida que las arrugas de su cara.
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Referencias y contextualización Ania fue una concursante de la primera edición del famoso programa de televisión Gran Hermano. José Luis Rodríguez Zapatero acababa de ser elegido secretario general del Partido Socialista Obrero Español. Los dos son vallisoletanos. También lo era un hombre que el viernes anterior tuvo la osadía de enviarla un ramo de flores a la modelo Claudia Schiffer. "Díselo con flores" (a tu amada, se entiende) había sido el eslógan de una campaña promocional de la venta de flores en España unos años antes. El tema del artículo es la decisión tomada por la Junta de Castilla y León, de acuerdo con el ideario del Gobierno nacional del PP, de liberalizar los horarios comerciales, permitiendo a todos los establecimientos abrir un domingo al mes y a los pequeños los cuatro. Rebelión en la granja es una famosa novela corta de George Orwell que alegoriza la revolución socialista en la Unión Soviética. La buena situación económica de España tras la primera legislatura del Partido Popular, defensor de una política liberal, permitió que la de 2000 fuera la primera vez en que las rentas anuales inferiores a tres millones y medio de pesetas no cotizaran a Hacienda. Con el crecimiento económico garantizado, los objetivos reconocidos a corto plazo pasaron a ser combatir los monopolios y reducir la inflación. A comienzos de 2005, y también de acuerdo con el margen que dejaba el Gobierno central, ahora en manos socialistas, la Junta redujo a 8 el número de festivos en los que el comercio podría abrir a lo largo del año (ver "Progresista pero regresiva") |
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