27 mayo 2012
Sumas y restas
 

 

No se trata de sumar profesores y estudiantes que siguieron la huelga ni de restarlos de los que sí acudieron a clase, como tampoco se trata de contraponer voces o decibelios a ver qué nación ensordece más el raciocinio de sus habitantes. La cantidad casi nunca es correlativa de la verdad. Por eso, los únicos números que hay que contrastar son los que esgrime el Gobierno, para ver si le salen.

La eterna coartada de la herencia recibida se limitará, digo yo, al desfase que el Ejecutivo del PP se encontró en el déficit de 2011 respecto a la contabilidad que le trasladó su predecesor socialista. Porque las previsiones de recesión y paro y la prima de riesgo obedecen a perspectivas futuras y, o bien son imputables a este Ejecutivo, o bien, como algunos hemos sostenido siempre, casi nada de la crisis económica mundial y en sus particularidades españolas lo es a ninguno de los dos.

Pues bien, aun suponiendo que el Gobierno socialista conociera ese desfase, que fue preferentemente de las comunidades autónomas, y el PP que gobernaba la mayoría de ellas no, su cuantía fue de unos 27.000 millones. Es decir, como el recorte en el presupuesto de los ministerios. Pero a él se añaden los 12.000 millones que prevé recaudar la subida de impuestos aprobada en diciembre, los 10.000 de ahorro adicional por las reformas de la educación y la sanidad, los 1.500 de la subida de la luz y lo que te rondaré, Mariano. Vamos, que ni aunque el déficit de 2011 hubiera sido el anunciado habría bastado con “gestionar bien la economía”, como peroraba el PP antes de las elecciones. No habría bastado ni para cumplir el objetivo de déficit de este año: ya no digo nada de volver a la senda del crecimiento.

En realidad, el Gobierno no está gestionando nada. Simplemente le dicen cuánto hay que recortar y él escoge de dónde y recorta. Ahí no hay mérito alguno: basta con sumar y restar. Su predecesor podía haber hecho lo mismo y el déficit habría bajado exactamente igual. La única diferencia es a qué está dispuesto cada uno para conseguirlo.

Respecto a la educación, ya escribí en septiembre que tarde o temprano habría que tocarla y que el que se la considere un servicio básico no debe suponer una patente de corso para el despilfarro. Tampoco me parece verificado ese axioma aparentemente tan plausible de que la educación de hoy es la riqueza del mañana. Pero hay recortes y recortes.

No pasa nada por que a la semana del profesor se le sumen dos horas lectivas, puesto que es imposible que las tutorías, las correcciones y las visitas de los padres ocupen le ocupen otras 15, que son tres todos los días. Tampoco por añadir un puñado de alumnos al ratio por aula, pues se aprende igual con 25 compañeros que con 30, y además aumenta la probabilidad de echarse novia. Al abanico de carreras disponibles se le podían ciertamente restar unas cuantas, pero no en función de su falta de demanda sino de su escasez de perspectivas de empleo, porque, pese a la importancia que los románticos dimos en su día a las vocaciones, la verdad es que uno estudia para trabajar y no para tener un hobby.

Lo que no se puede de ningún modo es que las becas, en vez de corregir una injusticia, como es su razón de ser, la cometan exigiendo a sus beneficiarios un listón que no se pone a los estudiantes que no las necesitan. Ni, sobre todo, se puede restar interinos a mansalva condenando a toda una generación de licenciados que se formaron para ser profesores y tienen al menos tanto derecho como los parados a que los fondos públicos se utilicen alguna vez en su favor.

 

 

 

Referencias y contextualización

El martes 22 se convocó una huelga en todo el sector de la educación contra los recortes anunciados por el ministro José Ignacio Wert, que se llevó a cabo con la habitual diversidad de estimaciones de seguimiento entre los sindicatos y el Gobierno. El viernes 25 se celebró la final de la Copa del Rey de fútbol, antes de la cual las aficiones de los equipos finalistas, F. C. Barcelona y Athlétic de Bilbao, dedicaron una sonora pitada al himno español; mayor, según se informó, a la que realizaron las mismas hinchadas en la final de 2009. La organización había adquirido unos potentes equipos de sonido para amortiguar la anunciada pitada.

 

 

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