20 febrero 2008
Una ¿verdad? insistente
 

Año 2008 d. C. Toda España se halla dominada por el temor al cambio climático. ¿Toda? No. Tres comunidades autónomas han declinado la oferta de la ministra Narbona de inundar gratuitamente sus centros educativos con el célebre documental que proporcionó a Al Gore una forma prestigiosa y lucrativa de ser alguien, e incluso Nobel, tras ver finiquitada su carrera política en 2000. Como el País Vasco se ha negado porque no ve interés en salvar el planeta si ello no ayuda a salvar también el euskera, la cifra real de regiones irredentas es dos: Cantabria y Castilla y León, la única gobernada por el PP en la que el primo de Rajoy ha salido triunfante sobre el asesor que le obligó a desdecirse al día siguiente.

Acerca del calentamiento global no me siento capacitado para afirmar ni negar nada. A tenor de la opinión mayoritaria de los científicos, probablemente se trate de un hecho real, pero confieso que la tenaz insistencia de la amenaza, en los discursos más que en los síntomas, y su elevación a la categoría de dogma me hacen simpatizar con los expertos que se atreven a cuestionar la teoría dominante, que también son unos cuantos. Algunos restan credibilidad a las mediciones de la evolución climática, otros niegan que ésta haya sido unidireccional durante toda la era industrial, otros alegan que se trata de un proceso natural en el que poco o nada tiene que ver el hombre, otros sostienen que sus efectos no serán tan destructivos e incluso hay quien cree que unas décimas de más no le vendrían nada mal al planeta. El ingenio popular ya ha alumbrado el caluroso pareado “Gracias al efecto invernadero, vemos minifaldas en febrero”.

Las voces discrepantes han quedado enterradas bajo la avalancha de la moda, pero lo cierto es que el único indicio en favor de la teoría del cambio climático, la coincidencia del presunto aumento de temperaturas con el máximo desarrollo fabril (aunque también con la época en que se nos ha ocurrido preguntarle al mundo si se está calentando), no es de naturaleza probatoria. Sólo podremos verificarlo cuando estemos abocados a la extinción o comprobemos que hemos sido los terrícolas más primos de la Historia. No merecería otro nombre la generación que se sometió voluntariamente a un montón de restricciones e incomodidades innecesarias por el bien de las venideras, en vez de invertir todo su empeño y dinero en defenderse a sí misma del hambre, la pobreza y las enfermedades e investigar la forma de detener el reloj biológico para lograr esquivar a la muerte.

 

 

Referencias y contextualización

El Ministerio de Medio Ambiente había invertido 500.000 euros con el objeto de proveer a los centros educativos de las comunidades autónomas que lo solicitasen copias del documental Una verdad incómoda, producido por Al Gore, candidato demócrata a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2000 y Premio Nobel de la Paz por su campaña ecologista. Sólo rechazaron la oferta Castilla y Leon, Cantabria y el País Vasco. El candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno español, Mariano Rajoy, había provocado meses antes una sonora polémica al restar importancia a la amenaza del cambio climático, por considerar que no está demostrada y que el mundo tiene problemas más importantes. Al día siguiente, relativizó estas declaraciones.

 

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